Han pasado muchas lunas desde la última vez que creí la vida estaba resulta. Oportunidades, paisajes, amores… pasaron y dejaron su ya muy famosa marca en mi alma vieja. De todo, nunca se han perdido las ganas de crear; de nada, todo ha mejorado. Estoy en el momento idóneo.

Y es así como llego a mis 36, con una mente curiosa y exploradora que ha desarrollado una fascinación por el estímulo-respuesta, muy al estilo conductista clásico. Vencí los dolores sin nombre u origen, cambié mis prioridades de estéticas a cognitivas, ignoré con serenidad las expectativas culturales y coseché lo que premeditadamente sembré con esfuerzo y amor. Es mi momento idóneo.

No se cuál es el camino a seguir pero elijo guiarme por la razón sin perder de vista mi controlada emoción. Escucho atenta las señales y disfruto el momento con otras almas viejas como yo, sin ahorros sin promesas… sólo ahora, aquí y siempre.

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