Bueno, te quiero comentar que hace poco hice un relevo de 10,000 metros en natación y no te lo podría decir, sin antes contarte mis inicios que me han llevado hasta competir en los ahora muy de moda “Medios Ironman”.

Yo aprendí a nadar a los 8 años y dejé de hacerlo a los 10, y nunca más volví a nadar más que solo recreativo y rara vez. Así pasaron los años, hasta que un día me inscribí a un club, en donde al principio, me dediqué a hacer pesas y a correr un poco. Pero cada vez que pasaba por la alberca me gustaba ver a los que estaban nadando y se me antojaba también, solo que me lo impedía mi falta de voluntad para volver a meterme a una alberca e iniciar de cero. Además que siempre pensaba “el agua debe estar muy fría”, cosa que no me gusta.

Pero un buen día platicando con mi amiga nadadora, que todos los días me animaba a volver a  nadar, me convenció,  porque me dijo que el agua estaba a una temperatura “calientita”. Pues no se hable más, me animé y esa misma mañana me fui a comprar un traje de baño, gorra y goggles. Al otro día con todo mi equipo listo y animada porque el agua estaría “calientita”, me fui a la alberca y me presenté con el instructor de natación. Le dije que yo sabía nadar un poco pero hacía mucho tiempo no lo hacía, y que pues estaba dispuesta a empezar. Pronto me dio la bienvenida y la primera indicación: “entre a la alberca y nade solo 25 metros, quiero ver que tal lo hace”, me decía. Yo entusiasmada me lancé al agua que estaría “calientita”. Cuál fue mi sorpresa que además de que no estaba calientita, estaba helada (bueno para mí). Pero el momento era crucial, así que empecé a nadar lo que sería estilo crol. Mi segunda sorpresa fue darme cuenta de que no llegué a los 25 metros, sino que solo pude 12 y me detuve a medio carril, tratando de respirar. Pero también había tragado agua así que también tosí muchas veces.

bici-2Fue todo un momento caótico y vergonzoso también, pero tenía que cumplir con toda la clase, y, ya estaba ahí. El instructor entonces al verme elaboró un plan de trabajo adecuado para mí (es decir, de muy principiante), me puso hacer los llamados bucitos, y patada con tabla; así terminó mi primer día de natación. La verdad me sentía muy contenta y satisfecha de haber empezado, así que me propuse ir todos los días a seguir aprendiendo y mejorar; pasaron los días y una buena mañana me dijo:  “tiene que empezar a calentar ahora con 400 metros”. Casi me desmayo de la impresión y hasta le dije que era mucho para mí, que seguro no lo lograría. Pero él me aseguró: “ya está más que lista y ¡lo va a lograr!”. Pues no muy animada me aventé y empecé a calentar, y cuando me di cuenta ya había logrado mis primeros 400 metros continuos nadando. Fue algo increíble para mí y me llenó más de orgullo y disposición para no parar.

Y así seguí por varios meses hasta que mis entrenamientos no bajaban de 2500 metros diarios de nado, y también con ello vino la oportunidad de inscribirme a mi primer triatlón que fue mi prueba de fuego; dado que es en el mar al que le tengo mucho respeto. Fue en Xel-Ha. Había que nadar 1500 metros, después andar en bici, que no lo hice porque no llegué y ya no corrí. Para mí lo más importante era demostrarme que lograría nadar en el mar, al que sigo respetando; hacerlo a buen ritmo y me sentí feliz.

 

De ahí,  vino algo más retador y ahora sí lo haría todo:  ¡un Medio Ironman!

Y me inscribí al de Berlín. Había que entrenar y nadar en el río Spear y obvio todo lo que implica una competencia de esa naturaleza, la cual terminé fascinada y orgullosa de mi logro. Y de ahí nada me ha detenido; he seguido todos los días disfrutando enormemente lo que hago y de los nuevos retos, que se vuelven los mejores al terminar y recibir los aplausos y apoyo de mi familia.

 

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