Harold pide una cita con el doctor Alan Picaporte, la irrealidad que quiere destruir a “Ninguna Parte”. El consultorio queda en un anexo de una casa situada en la zona “bien” de la ciudad. Atiende el teléfono una recepcionista extremadamente educada y fina, a Harold siempre esas cualidades le llaman poderosamente la atención. Le comenta a su esposa acerca de la cita. A Amanda le parece bien que vaya al psiquiatra.
Después de superado el coma, ella –Amanda- ha notado que él se ha comportado extrañamente. Su esposa ha tratado de entablar, en algunas oportunidades, un prólogo sexual, más que todo de puras caricias, pero
Harold la ha rechazado diciéndole que todavía no está preparado para el sexo… Ya en la terapia Harold hace memoria y solo recuerda el sueño sobre la muerte, cuenta al médico que padece de insomnio y que las veces que duerme tiene pesadillas frecuentes con la muerte. Al momento, Alan Picaporte pregunta: ¿La Muerte?, ahh… que interesante, se reclina sobre el espaldar del asiento y continúa: -conocí a alguien que me enseñó mucho sobre ella hace ya mucho tiempo; ¿Quién? preguntó Harold de inmediato; el psiquiatra le respondió un tanto tenso que no podía darle ninguna información sobre su vida privada ya que con ello haría una transferencia, además de cometer una indiscreción profesional, y que lo disculpara por haber hecho ese comentario… el psiquiatra le prescribió un somnífero y decretó, con la seguridad divina conque suelen hablar los médicos, que con ese medicamento se le quitarían las pesadillas.
Apenas Harold abandonó el consultorio, el psiquiatra sacó una foto que tenía escondida en el fondo de una gaveta, en la que está él con la Fiscal, ambos abrazados y muy sonrientes en una fiesta… luego vuelve a esconder la foto…
Sale de su consultorio y ordena a su secretaria: ¡vayámonos! Dejan todo cerrado, hacen desaparecer todo tipo de identificación externa.
Harold va camino a su casa cuando decide retornar al consultorio, pero de vuelta no lo ubica, no es sino después de muchas vueltas que cree haber llegado a la casa donde queda el anexo, se baja, toca el timbre y abre la puerta una anciana, quien de seguida pregunta: – ¿Qué quiere hijito?; -Estoy buscando al doctor Alan Picaporte, ella le responde: – Señor creo que está equivocado, aquí no vive ninguna persona con ese nombre. Harold contesta: -Yo no digo que él viva en esta casa, pero él tiene un consultorio psiquiátrico que funciona en este anexo. La viejita explica que ese lugar es tan solo un viejo depósito…
En ese momento Harold arranca a sollozar lamentándose: me estoy volviendo loco, por qué me habré comprometido con la Fiscal para salvar a “Ninguna Parte”, y en ese momento la ancianita se convierte súbitamente
en una hermosa adolescente que se dirige a él afirmando: Una lágrima de un ser humano era lo único que podía salvar a “Ninguna Parte”.


Hoy hay mucha gente que ya no llora. El amor en muchos se ha enfriado y la realidad está invadiendo aceleradamente por desgracia a “Ninguna Parte”, muchas irrealidades han desaparecido sin explicación, cuando por lo contrario ha debido ser “Ninguna Parte” la que colonizara a toda la realidad. -Yo soy la hija predilecta de la Fiscal mi nombre es Sophía y conozco todos sus secretos afirmó la adolescente: ¿Qué quieres saber sobre ella? Harold se pone ansioso y le pregunta: -Quiero saber qué personaje encarna ella. Sophia le respondió rotundamente: la Fiscal no es otra que la muerte… Harold asintiendo la cabeza contesta: -Ahora lo entiendo todo, al instante se oyen unos pasos de mujer, es la Fiscal que hace su aparición en el pequeño recibidor dirigiéndose a él: -¿Ya entiendes Harold por qué soy la más poderosa? Ni siquiera Dios puede escaparse de mí señalando a un crucifijo que está en la pared; aunque a veces me pregunto ¿Quién me trajo aquí, sería acaso el mismo Dios?; Él es el único que puede destruirme…
Como podrás darte cuenta una irrealidad no puede tener mucha fe… el único sentido que le encuentro a todo esto es el de una de celebración, porque cuando una irrealidad desaparece de “Ninguna Parte” es como si muriera y eso, aunque existiendo… no existamos… nos parece raro o insólito. La estrategia es arropar a la realidad con toda la fantasía de “Ninguna Parte” y así hacer que todo sea mejor, como en el paraíso terrenal antes de la caída, para explicártelo de alguna manera… dice la Fiscal arqueando su ceja derecha: ¿Te gusta?… ¿Te gustó?… y así mientras esperaba su respuesta enciende un larguísimo cigarrillo…
Para este momento ya la Fiscal está besando a Harold en la boca, hasta que él comienza a desmayarse, pero cuando abre sus ojos se encuentra en la habitación 246. Ahí están sorpresivamente los trillizos “Malva”, el psiquiatra Alan Picaporte, su secretaria, los padres de Alicia. Todos a la vez le interrogan como si fuera un acusado: ¿Qué te dijo la Fiscal?; ¿Quién es ella y por qué es tan poderosa dentro de “Ninguna Parte” ?, ¿Qué interés especial tiene sobre ti? Harold adrede se desconecta mentalmente ante el asedio de
las irrealidades rebeldes, él se había enamorado de la Fiscal y su proyecto; y prefería antes morir que traicionarla, aunque advierte que de todos modos va a morir, se pregunta: ¿los seres humanos irán al mismo sitio donde van las irrealidades?, Harold intentaba darse una respuesta: -seguramente no… somos entidades diferentes.
Harold pese al acoso de los intrusos logra tocar el botón de emergencia, y al instante en que todos desaparecen él va cayendo desmayado al suelo… Al volver en sí, se encuentran ante su esposa Amanda, su hijo y otros familiares.
Una junta médica del hospital determinó que Harold debe ser internado en un psiquiátrico. Su esposa lo consuela diciéndole: -No te preocupes mi amor… te visitaré cada domingo y te traeré tu comidita preferida apta para diabéticos… mientras tanto ocúpate de hacer todo tipo de manualidades, de cositas con las manos a manera de terapia.
Afuera un flamante automóvil espera a Amanda: Es Alan Picaporte. Ella sale apresurada. Se dan un beso en la boca, el hijo de Harold se lanza en los brazos del psiquiatra y dramaturgo: ¡papá, papá tu eres mi papi…! En la clínica psiquiátrica, se oyen los pasos inconfundibles, es la Fiscal quien dirigiéndose a él le plantea un dilema: -Puedo darte la oportunidad de vivir o morir: ¿Cuál de las dos opciones prefieres? Harold responde: -lo único que quiero es renunciar a esta realidad y convertirme en uno más de ustedes y seguir luchando por la causa de que la irrealidad sustituya a la realidad… En esta oportunidad, la Fiscal lo abraza como haría una madre y le dice: -tranquilo hijito, que esa diferencia no es tan profunda y tajante como a ti te parece, tú siempre fuiste una irrealidad más, lo que pasa es que la mente que te inventó te hizo tan perfecto que inclusive hasta la muerte se ha enamorado de ti, tú eres nuestro camino a la vida y a la supervivencia, pareciera que Dios sí existe ¿Acaso no te parece? Bueno, tranquilízate y renuncia a la realidad y de esa manera podrás entrar a “Ninguna Parte” y esta vez será para siempre. Al momento viene una enfermera y le anuncia: -Señor Harold ha sido dado de alta-.
La Fiscal ya le había prometido que se irían a su mansión a disfrutar de las maravillosas fiestas que ahí se realizarían. Al llegar todos les hacen la venia… los presentes eran seres humanos que habían renunciado a la realidad y habían decidido entremezclarse con irrealidades aún más verdaderas… parece que esta historia nunca terminará…
FIN…

 

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