La gran diosa madre

Pasado el tiempo, ya en el siglo XVII donde la forma de vida se asemejaba más a la actual, en Europa más concretamente en Inglaterra, los sirvientes que se hospedaban en las casas grandes y palacios tenían un domingo en todo el año el cual regresaban a sus hogares originales con el fin de reunirse con sus familias, sobretodo se trataba de visitar a sus madres, llevándoles un pastel que les permitían hornear, conocido como tarta de madre, que lo hacían expresamente para ellas. Ese domingo hacían celebraciones colectivas en los bosques y praderas, donde habitaban los familiares de los sirvientes. Fue entonces cuando ese domingo fue adjudicado cómo “Domingo de la Madre”

Colones ingleses mantuvieron esta tradición en América, celebrando entonces el Domingo de las Madres, en USA, principalmente en Boston donde tomaron la iniciativa sobre 1872, la cual Julia Ward Howe, escritora del “Himno a la república” fue la organizadora de una manifestación pacífica y una celebración religiosa, este evento fue expresamente dedicado a todas las madres de los hijos que fueron a la guerra, como resultado ellas fueron víctimas, y por ello todas eran invitadas.

Al principio se celebraba el día 10 de mayo, lo cual hizo que en diferentes países del mundo finalmente adoptaron esta fecha, pero fue en 1914 cuando el Presidente Woodrow Wilson firmaría la proclamación del Día de la Madre cómo fiesta nacional, y que debía ser celebrada el segundo domingo de mayo.
En México, la maternidad también fue de gran importancia y un valor característico dentro de las culturas habitadas en Mesoamérica, previo a la Conquista. Los aztecas rendían culto a la madre de sus dioses, conocido bajo tres nombres, “Huitzilopochtli”, “la diosa Coyolxauhqui” o “Maztli”, esta diosa era representaba por la luna. En la mitología se cuenta que las estrellas le quitaron la vida a la diosa durante la creación del mundo, celosas querían evitar el nacimiento de su hijo quien representaba al sol, así que le quitaron la vida, sin embargo finalmente su hijo nació venciendo los turbios celos de las estrellas.

Esculturas de oro y plata fueron creadas por los indígenas en memoria a esta diosa, que la consideraban como la representación divina de la maternidad.