MAYA PAGE

Hija adoptiva de EEUU, periodista de profesión, cotilla de formación profesional, habla y habla hasta debajo del agua y devora libros y espaguetis en la misma cantidad. De mayor quería ser astronauta, pero me quedé en astronada.

 

 

¿Qué es la felicidad y cuánto vale? Una pregunta que el ser humano se lleva haciendo desde que existe la Humanidad (¿es humana la humanidad? Os lo cuento otro día, que no quiero perder el hilo)

Digamos que esta semana, finalmente alguien logró ponerle precio a la felicidad y la cosa se zanjó en un millón y medio de dólares, ni uno más ni uno menos. ¿Quién fue el afortunado millonario que pagó por llevarse la respuesta a tal secreto? Y aún más, ¿de quién viene la afamada receta de la felicidad?

Pues nada más y nada menos que de uno de los genios del siglo pasado, Albert Einstein, un científico que no solo nos enseñó de teorías y matemáticas, sino también de la vida.

Resulta que se subastaron dos notas manuscritas de Albert, escritas originalmente a un mensajero como propina, tras llevarle un telegrama con la noticia que le había sido concedido el Premio Nobel (debió ser tal la alegría, que el viejito se sentía inspirado y compartió un poco de tanta sabiduría).

En verdad y quitándole romanticismo a la historia, fue que el genio no tenía suelto para darle al chico del telegrama y decidió darle la propina en forma de poderosas palabras, que hoy en día siguen siendo importantísimas.

Tras dárselas, le dijo al mensajero que las guardara porque en el futuro podrían valer más que la propina. ¿Era o no un genio Albert Einstein?

Para los curiosos, la subasta fue hecha en Jerusalén y de allí salió también el comprador. Cabe recordar que Einstein era judío y tuvo que emigrar a Nueva York escapando de la Alemania nazi.

Para los historiadores, las notas se escribieron desde el Hotel Imperial de Tokio en 1922, donde estaba alojado el científico.

De todo el escrito que le dejó al mensajero, el que más interesa es el párrafo donde Einstein revela lo que para él es la felicidad, pongamos todos mucha atención porque dice esto: “La calma y una vida modesta trae más felicidad, que la persecución del éxito combinado con agitación constante”.

Einstein se encontraba en Tokio como parte de un viaje a Japón que había iniciado para dar conferencias y fue ahí donde recibió por telegrama la noticia que le habían otorgado el prestigioso premio.

Lo mejor de todo, una vez más muestra de cómo era el científico, decidió seguir de viaje en Japón y no asistió a la entrega de los premios.

Ahora que ya leíste lo que para Einstein significaba la felicidad, ¿estás de acuerdo? ¿pagarías el precio que se pagó por saberlo?

No es por contradecir al genio, pero diría que la felicidad no tiene fórmula porque es distinta para cada persona, no se puede encontrar una fórmula general que aplique a la Humanidad, ya que es un sentimiento muy personal y que depende de los factores de cada uno, pero igualmente, Albert, sigues siendo brillante y nos sigues iluminando día a día.

 

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