En septiembre de 2015, casualmente, en las mismas fechas en las que Enrique estuvo a punto de perder la vida, los Jefes de Estado que asistieron a la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptaron la histórica Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Una de las nuevas metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible es reducir a la mitad el número mundial de muertes y traumatismos por accidente de tráfico de aquí a 2020, lo cual constituye un avance significativo para la seguridad vial. Refleja un reconocimiento cada vez mayor del enorme precio que se cobran los traumatismos causados por los accidentes de tráfico, los cuales son una de las causas de muerte más importantes en el mundo, y la principal causa de muerte entre personas de edades comprendidas entre los 15 y los 29 años por encima de suicidios, SIDA y homicidios, según el Informe sobre la Situación Mundial de la Seguridad Vial de 2015. Este informe, a su vez, concluye que la mitad de todas las víctimas mortales ocasionadas por los accidentes de tránsito son motociclistas (23 por ciento), peatones (22 por ciento) y ciclistas (4 por ciento).

Pese a que la concienciación social sobre este tipo de accidentes nunca ha sido mayor, cada día alrededor de 3500 personas fallecen en las carreteras alrededor del mundo. Decenas de millones de personas sufren heridas o discapacidades cada año; siendo los niños, los peatones, los ciclistas y los ancianos son los usuarios más vulnerables de la vía pública, según la Organización Mundial de la Salud.

Una historia de asfalto 2

Una historia de asfalto 2

En España, el Registro Nacional de Víctimas de Accidentes de Tráfico de la Dirección General de Tráfico confirma que 1689 personas murieron en accidentes de tráfico en 2015.

DESPIECE: La evolución de las cifras de fallecidos por accidente de tráfico con víctimas muestra periodos diferenciados: en las décadas de los años 60, 70 y 80 se observa un incremento, de forma que en el año 1989 se produjo el pico de mortalidad por accidente de tráfico en España con 9.344 fallecidos. Desde entonces el número de fallecidos ha ido disminuyendo de manera más o menos acusada hasta alcanzar el mínimo de la serie histórica en el año 2013, con 1.680 fallecidos. En el último año documentado en este informe, 2016, el número de fallecidos ha sido 1.810, lo que ha supuesto un aumento del 7% respecto del año 2015

Cuando se le pregunta a Enrique de qué manera piensa que se puede evitar que sucedan más accidentes de tráfico, la respuesta aparece rápidamente en su mente y emana de sus labios con contundencia: a través de la educación. Opina que la seguridad vial es un asunto que debería tratarse en colegios e institutos con periodicidad. Asimismo, pertenece al grupo de los que defienden una mayor dureza en los anuncios publicitarios de concienciación. “Ya sé que es una opinión que suscita polémica, ya que los detractores opinan que son imágenes que pueden herir sensibilidades… Pero si dando un poco de miedo con un vídeo podemos conseguir que las personas sean más precavidas y se salven vidas, el minuto de mal trago habrá merecido la pena”, afirma el chico, que también ve con buenos ojos el aumento de los controles de seguridad. Sin embargo, no opina lo mismo del aumento de las medidas punitivas y las condenas contra los conductores imprudentes: “Una vez que la persona ya está muerta o lesionada, ya da igual castigar más o menos al culpable. Los accidentes de tráfico son eso, accidentes. Los conductores imprudentes no quieren matar a nadie, simplemente no son conscientes del peligro. Por eso la educación es nuestra única oportunidad”, insiste. Habla por la experiencia personal y aportando ejemplo, ya que cuando se le pregunta si él siente rencor por el conductor que le atropelló o si desearía que su pena aumentase, simplemente responde: “No. No odio a nadie. El odio solo le duele a quien lo siente”.

Enrique podría haber sido el fallecido número 1690. Ahora se levanta temprano para ir a trabajar, va a clase por la tarde y en su tiempo libre hace deporte, queda con sus amigos y lee. Otros no tuvieron tanta suerte.

DESPIECE: El Roads Kill (en castellano, Las carreteras matan) del Pulitzer Center on Crisis Reporting es un proyecto periodístico y un mapa interactivo actualizado que muestra qué países están más afectados por los accidentes de tráfico. El encargado de realizarlo ha sido Dan McCarey, y para su elaboración se ha basado en datos obtenidos de la Organización Mundial de la Salud. La conclusión principal de la investigación ha sido que la siniestralidad en zonas en pobres o en vías de desarrollo va en aumento.

Una de las regiones que más accidentes de tráfico registra es América Latina, en el que el país más destacado en este sentido es la República Dominicana. De hecho, 41,7 personas por cada 100.000 habitantes mueren al año por la siniestralidad en sus carreteras. Por su parte, en los Estados Unidos fallecen anualmente 11,4 personas por cada 100.000 en accidentes de tráfico. El territorio menos castigado por estos sucesos es Europa, con una media de 10 fallecidos por cada 100.000 habitantes, en donde destaca Suecia (2,8 por cada 100.000 habitantes). Nuestro país también se sitúa como uno de los mejores (3,7 por cada 100.000 habitantes). En cualquier caso, el peor registro se encuentra en África, con un promedio de 24,1 víctimas por cada 100.000 habitantes.

 

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