Aún recuerdo
el invierno gris.
Y ese olor nauseabundo
a destilería barata,
de ese aire putrefacto
suspendido en la nada.

De los rincones más tórridos
donde la peste flotando en el vacío
de la nada irrecuperable.

La sonrisa desdeñable de Edgar,
la risa incorregible de charles,
la incombinable transparencia de Óscar.

La literatura nos desplaza y emplaza
subidos en los sentimientos
del emocionante viaje al reencuentro.

Del pasado con el futuro
al presente reciente
personajes de la fantasía irreverente.

De los soñadores de sueños.

 

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