En una sociedad que despertaba a la pornografía y al sexo más explícito y que necesitaba provocación, pero en una sociedad aún dominada por códigos sociales y juicios morales, levantémonos el sombrero ante tan encantador descaro del señor Gainsbourg y reconozcamos la evidencia de que la censura y la prohibición lejos de acallar no hicieron sino elevar a los altares el controvertido tema.

A veces las versiones superan las composiciones originales: un arreglo acertado o una gran interpretación  pueden embellecer canciones. Este es el caso de la particular Je t’aime moi non plus de  Eric Truffaz.

Eric Truffaz – huidor de etiquetas,  coleccionista de experiencias y de sonidos, humilde y austero, curioso y explorador de casi todo – decidió que aquella melodía tan romantica merecía otra dimensión. La incorporó no solo en la lista de canciones del disco: Arkhangelsk (2007),  en la edición europea, sino en el repertorio de sus directos. Su personalísima Je t’aime moi non plus ganó en respeto, elegancia y belleza gracias a uno de los representante legítimos del jazz europeo (y para muchos del nujazz) y se ha convertido en el encore imprescindible de sus conciertos.

De Erik podriamos decir muchas cosas pero algunas son tan evidentes como que el trompetista sabe rodearse no solo de los mejores músicos como Marcelo Giulliani (1) o Benoit Corboz con los que ha formado una familia . Sabe agradecer a todos y a todo, a la vida porque es su más leal enamorado. Su cuerpo menudo no se corresponde con toda el alma que alberga. Tal vez su virtuosismo venga porque expresa con sus melodías y sus composiciones su forma de ser.

Es un poeta, un elegante nómada, un genio que lo mismo toca con Sly Jonson, Joe Lovano, Michael Brecker, que con la sinfónica de Neuchàtel o la Victor Hugo de Franche-Nante.

Te amo... yo tampoco (II parte)

Te amo… yo tampoco (II parte)

Pero a Eric le gustan los paisajes espartanos, la arquitectura japonesa, los desiertos y el cielo limpio porque su música unas veces es cósmica, transcendental,  capaz de trasladarte a otras dimensiones, de perder la memoria de la tangibilidad. Otras veces es sistólica, inquietante, removedora, con esa sabia melange de jazz, drum n’bass y hip hop y muchas veces es poética, mística, intimista pero jamás, vulgar. Su inspiración, John Adams, Steve Reich, Stravinsky o su maestro John Hassell  y cuida mucho  de no despertar indignado al mayor responsable del encuentro entre el jazz y la electrónica: Miles Davis.

Su discografía parece una rebeldía contra los que se empeñan en que defina su estilo. Porque la vida misma no se puede etiquetar. Los repertorios de sus discos parecen fascinantes novelas que compilan capítulos con momentos de drama, de tensión y de calma.

Sus directos son sublimes, consigue purgar de maldades al público y hacer olvidar todo lo terrenal. Genera una atmósfera amable que impide caer en la solemnidad y en los bises nunca falta esta canción  dotada de elegante sensualidad demandados por una audiencia ya entregada.

Gainsbourg tu canción de amor así, es más hermosa… dejémoslo en: Je t’aime.

(1) Marcello Giulliani conoce muy bien  a Charlotte Gainsbourg, de hecho han grabado juntos y a la actriz y cantante siempre le emociona cuando acude algunos de los directos  del cuarteto y escucha je t’aime…

 

 

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