Justo hoy comienzo a pensar en cuanto de nuestro valioso tiempo desperdiciamos esperando.

Tenemos que esperar para casi todo en la vida, bajo el argumento de « todo llega cuando tiene que llegar» y el otro igual de barato «las cosas pasan por algo»

La realidad es que mientras esperamos a que las cosas buenas lleguen, a que las cosas felices ocurran, lo malo y lo terrible llegan a nuestra vida sin previo aviso.

Espérame y ya veremos

Espérame y ya veremos

Hemos sido educados para esperar.

Tenemos prioridades y las desplazamos por esperar algo mejor incluso. Por ejemplo, dejamos de tomar una siesta por esperar a que llegue una persona «importante» para cerrar un negocio.

Esa persona espera que tu la esperes, como si el tiempo fuera una especie de fuente inagotable.

La realidad es que el tiempo se va y no vuelve y lo peor es que mientras esperamos pacientes a que nos atiendan, a que nos pasen, a que nos contesten un maldito what’s app, la vida se nos escurre entre los dedos como arena de reloj.

¿Qué esperas para casarte? ¿Qué esperas para ser feliz? ¿Qué esperas para tener hijos? ¿Qué esperas para divorciarte? ¿Qué esperas para decirle adiós a todo lo que esperas? Esperar y esperar, sin saber exactamente que o a quien esperamos.

El tiempo nos condena a la espera, es la venganza de Cronos por nuestra existencia humana.

Espero que este artículo les guste y si no, pues espero que no esperen más nada de mi.

 

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