La retórica busca hacer que el discurso sea elocuente, bello y un medio de persuasión.

 

Se originó en Grecia y garantiza que el discurso logre el efecto deseado, tanto oral como escrito.

Al hablar correctamente, invitamos al diálogo de reconciliación, y si nuestro discurso se vuelve hostil, tenderá a polarizarse.

La retórica surge en la mente de la persona debido a la necesidad de cambio en el entorno social; con ella, bendecimos a los seres humanos y, con ella, los distanciamos.

La retórica es amiga de la persona que se encuentra en su esplendor.

Lo contrario a la retórica lo encontramos en un pasaje de la Biblia Santiago 3: Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡Cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!

La retórica surge de la belleza interior de la persona y se encuentra en la fase de extroversión hacia los demás para generar cambios en la estructura social. Centrada en el mundo exterior y complementando la energía social, la retórica es un medio para una persona sociable y comunicativa que disfruta de la compañía de los demás en la sociedad.

 

Cuando desees cambios en el ámbito social, pensarás en tu retórica; la elocuencia combinada con la belleza les deleitará y lograrás cambios que un discurso emotivo puede lograr.

La mente retórica planifica el discurso que le impactará a partir de los hechos noticiosos; es política porque busca cambiar la estructura social; es analítica; visualiza los acontecimientos, crea discurso y espera el resultado en la sociedad.

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