La mayoría de nosotros hemos pasados por situaciones sentimentales difíciles, nos hemos enamorado locamente y al cabo de un tiempo, más tarde o más temprano cuando pensabas que tu vida sentimental era mejor que la de una película romántica, la vida te da un giro y esa persona te acaba azotando fuertemente el corazón. Cuando un amor decide desvanecer, duele casi tanto como cuando alguien querido muere. La sensación es pinzada en el corazón y algunas veces aparece la ansiedad creando alteraciones en el sistema cardiaco. Una ruptura, la muerte de un ser querido o un disgusto grave pueden llevarnos al borde de un ataque cardiaco.

Este dolor que sentimos en el corazón es un sufrimiento real que puede extenderse durante meses. Cierto es también que este dolor forma parte de un proceso natural, un síntoma de curación si éste no se pronuncia demasiado.
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Sin embargo, en algunos casos como el fallecimiento de alguien al que quieres producen un dolor extremadamente intenso en las personas. Tal vez, una pareja de una edad más prolongada y que llevan prácticamente toda una vida juntos, volviéndose incluso dependiente el uno del otro, tendrán propensión a que el riesgo de morir por un paro cardiaco, tras el previo fallecimiento de su pareja aumente. El sufrimiento y los cambios físicos que experiencia una pareja durante estos duelos puede acabar matándote, tu corazón está literalmente golpeado y roto.

La soledad y la pérdida de alguien al que amamos duelen tanto que alimentas la sensación de que vayas a morir. De hecho, el riesgo a sufrir irregularidades en los latidos o enfermedades cerebrovasculares aumenta en el 57% de la población. El periodo de estos duelos, por la pérdida de un ser querido, puede llegar a ser el más desgarrador de los dolores, esa sensación en la que muchos de nosotros en algún momento de nuestra vida hemos sentido y calificado como “corazón roto”.

Pues bien, este síntoma ha sido protagonista de un estudio elaborado por la revista “Open Heart”. La cual ha corroborado que es posible el desencadenamiento de la muerte final por gran sentimiento de angustia. ¿Cómo puede llegar a ocurrir tal caso extremo? Nuestro cerebro actúa de manera expeditiva, todo va conectado a él, por ello todo lo que nos afecte emocionalmente e incluso físico, como el sentimiento de la angustia o el dolor físico se suministra activamente en regiones del cerebro, al fin y al cabo se trata del funcionamiento químico de nuestro cuerpo. Este estudio confirma que el riesgo es más alto entre los 8 y 14 días después de la pérdida, y que disminuye gradualmente. Un año después, el peligro de morir desciende y se iguala entre los que han sufrido la muerte del ser amado y la población no afligida por la ausencia.

 

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La verdad es que después de una ruptura o peor la pérdida de un ser muy querido, nuestro cuerpo reacciona ante el dolor, haciendo el doble de esfuerzo al que suele hacer cuando estamos en un estado más normalizado. En consecuencia a estas anomalías que ocurren en nuestro cuerpo después de un sufrimiento extremo emocional, llega a desencadenar un efecto en la actividad del corazón o el sistema digestivo desembocando la final muerte. Esta enfermedad esta denominada como miocardiopatía de takotsubo o bien, el síndrome del corazón roto.

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