El Papa Francisco realizó un viaje pastoral a México del 12 al 17 de febrero en el que visitó, además de la Ciudad de México, el municipio de Ecatepec en el estado de México, las ciudades de San Cristóbal de las Casas y Tuxtla Gutiérrez en el estado de Chiapas, Morelia en Michoacán, cerrando su visita en Ciudad Juárez en el estado de Chihuahua, justo donde se encuentra la frontera con los Estados Unidos de América.
México es un país con una población mayoritariamente católica. Sin embargo, el creciente número de ateos y agnósticos, así como la proliferación de otros credos y organizaciones religiosas, aunado a la expansión de las redes sociales en el país, trae consigo un componente inédito en las visitas papales al país, ya que la oposición y críticas abiertas a la visita, a la figura del Papa, a la misma Iglesia y a todo cuanto rodea a la actividad del Pontífice durante el desarrollo de su agenda, ha sido la constante desde el inicio de año.

Información en los medios que habla de un gasto de trescientos millones de pesos con motivo de la visita de Francisco a México, el cual, según estos mismos medios, sería cubierto en su totalidad por el Estado Mexicano. Cabe aquí la aclaración de que ciertamente el Estado Mexicano incurre en gastos (importantes) para el desarrollo de la visita del Papa, dado que se trata de un Jefe de Estado (aunque hay quien pone en tela de juicio esta verdad inobjetable: el Papa es elJefe del Estado Vaticano) y como tal se requiere implementar un operativo de seguridad, una recepción oficial y todos los actos protocolarios inherentes a la visita de un Jefe de Estado. Sin embargo, hay también una gran cantidad de gastos relativos a las actividades pastorales y religiosas que se llevaron a cabo (misas, encuentros, asambleas, etc.), las cuales se cubrieron en su totalidad por la propia Iglesia Católica mexicana, concretamente por las diócesis que albergaron cada uno de los eventos. Si bien este nivel de gasto suena excesivo en un país donde hay altos índices de pobreza y falta de infraestructura, esto no puede considerase un impedimento para realizar una visita de este tipo, porque de lo contrario el Papa solo podría visitar países como Finlandia, Noruega e Islandia.

Definitivamente la visita del Papa no es, ni por mucho, algo agradable para quienes no profesan la religión católica: cierres de calles, caos vial (más del acostumbrado en la Ciudad de México), y saturación mediática incluyendo redes sociales. En resumen y, como decimos en México, ver al Papa “hasta en la sopa” debe ser algo difícil de digerir. Pero seamos claros, en este país la mayoría de la población es católica, se trata de un evento de suma importancia y trascendencia para la mayoría de la población. Los gastos son inevitables y resultaría imposible pensar en una visita que se limitase a temas de Estado. El Vaticano y México no tienen una relación de índole comercial en lo absoluto diría yo, tampoco hay temas de coincidencia entre ambos estados como pueden ser migración, energía, etc. Tampoco sería muy realista esperar que las entradas a Misa y a los eventos pastorales tuvieran un coste para los asistentes para sufragar los gastos. Tampoco podemos perder de vista que la actividad económica de los lugares que visitará el Papa se verá incrementada, ante la asistencia masiva a dichos eventos. En fin, no veamos solo la parte negativa, cuando podemos ver muchos puntos positivos.

 

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