Aprendiendo a respirar-Amaya Álvarez

Aprendiendo a respirar-Amaya Álvarez

Siempre que hablaba sobre mí misma me describía como madre, escritora y lectora empedernida, y eso, después de mucho meditar sobre ello, porque definirme resultaba una tarea titánica. Suponía mirar hacia dentro, dejar de fingir que no conocía realmente quién era y sacarlo a la luz. Así que simplemente me limité a caminar por la superficie y a reflejar lo que el resto del mundo veía, lo que a primera vista o tal vez tras un café, cualquiera podría saber.

Esto era una buena descripción, muy buena en realidad, nadie se molestaría en analizarla, en pararse a pensar si la persona que se encontraba tras ella era realmente así; sin duda, era una descripción acertada. En mi cuenta de Twitter quedaba perfecta, en cualquier introducción a un texto o historia que yo hubiese escrito resultaba una biografía sencilla y simpática, por lo que, así se quedó durante años y la usé muchas veces, porque en realidad llegué a creer que esa era yo, que esas cinco palabras me envolvían perfectamente, las leía con la satisfacción de quién tras repetírselo una y otra vez creía haber encontrado “su definición”.

Mi vida iba a la perfección,  era madre, de un niño que en la época de la que hablamos tenía 6 años y un hermano de casi dos, acababa de terminar mi primera novela y por supuesto leía a cada momento, cada minuto que tenía tiempo libre lo dedicaba a leer. Mis cinco palabras continuaban cumpliendo su cometido. Hasta que un día me sorprendí a mí misma en el coche, de camino al hospital porque a mi hijo mayor le pasaba algo, porque algo en su cuerpecito no funcionaba como debiera. Recuerdo ese trayecto con dolorosa claridad, una llamada del colegio, una visita al pediatra y un día después de camino al neurólogo, mi pequeño, su padre y yo, intentando aparentar normalidad, no preocuparse antes de tiempo porque oye, eso es lo que todo el mundo dice que has de hacer, “Vamos mujer, no te pongas así ¿Por qué preocuparte si seguramente no sea nada?” Y mientras en la parte de atrás mi niño y un par de súper héroes andaban ocupados en salvar el mundo, yo buscaba maneras de ocupar mi mente, mirando hacía cualquier parte. Entonces ocurrió algo, al detener mis ojos en  las manos de mi marido para ese entonces que llevaba firmemente el volante, me sumergí en aquel recuerdo sin casi darme cuenta, la voz de mi padre, la mía propia…

Aprendiendo a respirar-Amaya Álvarez

Aprendiendo a respirar-Amaya Álvarez

…¿Y si dejo de respirar?” “No dejarás de respirar cariño” “¿Y dormida? Si estoy dormida no me acuerdo de que tengo que respirar y dejo de respirar” “Eso no va a pasar Amaya”.  “Igual no sé respirar dormida…” “No aprendes a respirar cielo, es algo que pasa sin más. Deja de preocuparte. Te prometo que seguirás respirando cuando te duermas esta noche…”
En aquel momento su promesa me sirvió, porque era una niña y porque si mi padre decía que mi cuerpo continuaría respirando, aunque a mí me costase entenderlo, sería verdad. Así lo creí por el resto de mi vida, hasta el viaje de vuelta, cuando la visita al neurólogo había pasado, cuando supimos que no sería la última, cuando sospechamos que nuestro camino acababa de empezar. Entonces mirando a mi hijo a través del espejo retrovisor me di cuenta de que mi mundo había cambiado, se estaba derrumbando por completo, cada pedazo de mi misma caía uno a uno, en aquel instante mi definición se volvió una sombra oscura y desapareció, aunque entonces obviamente, no era consciente ni pensaba en ello, mi mente estaba demasiado ocupada aprendiendo a respirar…

Sigue leyendo a Amaya Álvarez

No Hay Más Artículos