Siempre cuando se suceden tantas desgracias en nuestro planeta como últimamente ha sucedido, normalmente elevamos nuestras plegarias a Dios y me viene esto a la mente porque en el terremoto que azotó a la Ciudad de México este 19 de septiembre a las 13:40, cuando bajé a una zona segura escuché a un jardinero que paró en sus labores, decir que raramente nos acordamos de Dios, y que sólo en estas ocasiones de tanto dolor es cuando nos acordamos de él.

Yo claro, inmediatamente le aclaré que no siempre es así, que hay personas que todos los días agradecen el estar vivas, y que precisamente eso había hecho hoy al terminar mi clase de yoga por la mañana, agradecer por haberme permitido estar ahí siguiendo esa enseñanza y pidiendo luz para nuestro planeta.

¿Y si oramos por nuestro prójimo?

¿Y si oramos por nuestro prójimo?

No es la primera vez que escucho este tipo de comentarios en momentos apremiantes como éste, pienso que tal vez las personas sientan el momento adecuado para hacer sentir a los demás que ellos si cumplen con ese requisito todos los días, pero no se trata nada más de agradecer y de orar, sino de actuar y ser coherentes de acuerdo a nuestros pensamientos, y acciones, porque de qué sirve orar y agradecer cuando no nos preocupamos por nuestro prójimo.

Y es verdad que en esta época de vivir tan de prisa, nos estamos acostumbrando a una indiferencia total en la que poco importan los sentimientos de los demás, no nos preocupamos más que por nosotros mismos, tal vez no podamos hacer nada, si estamos lejos del punto de ayuda, pero si creo que en nuestra vida diaria podemos dar palabras de luz a quienes lo necesitan.

Si crees en un Dios, o como tú lo quieras llamar o imaginar, tendrás la certeza de que estás en este mundo por una orden divina, entonces habrá que preguntarse todos los días aparte de orar y agradecer, si estamos honrando nuestra presencia aquí en este Universo, y hay muchas maneras de honrarla y hacer sentir orgulloso a ese Ser que permitió nuestra presencia aquí.

No se trata de meternos en preceptos religiosos, he conocido a gente que no tiene un ápice de espiritualidad y es lo que menos le interesa, y lo que creo es que aún no les ha llegado el momento del entendimiento, mi afán es que estas palabras lleguen a quienes, en momentos difíciles, como los que se están pasando en varias partes del mundo. Sé que sí se escuchan voces que se están preguntando por qué tantas desgracias, qué es lo que está pasando, qué se ha hecho con el planeta, y se me ocurre proponer que, si todos nos uniéramos para crear un sólo pensamiento de amor, de compasión, hacia los demás, entonces estaríamos moviendo fuertemente la energía divina que nos envuelve desde que nacemos, para fortalecernos ante tantas cosas que mueven nuestro Ser.

“Es tiempo de dejar de lado las envidias, los resentimientos, el creer que somos omnipotentes”

Tal vez no vamos a cambiar los fenómenos de la naturaleza, pero si creo firmemente en que si oramos por los demás podemos hacer que aminore la fuerza con que están llegando esos sucesos nunca antes vistos.

Es tiempo de dejar de lado las envidias, los resentimientos, el creer que somos omnipotentes, porque finalmente en eventos tan fuertes ante los que estamos completamente indefensos nuestra única esperanza es elevar una plegaria para que nos reconforte en los momentos tan complicados y nunca antes vistos que estamos viviendo.

Así que ¿por qué no empezar a desarrollar estos sentimientos y tratar de vivir en paz sobre todo con nosotros mismos?

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