Cuando era pequeña, siempre salí un poco de la norma. Cada Navidad deseaba me regalaran la mayor autopista de cochecitos eléctricos, el Robot ese, el que te hacia preguntas, o aquellos juegos que pudieran parecer computarizados, ¡Que buena niñez tuve caray! Fui hija única y puedo decir, que no me aburrí, con mis cochecitos y robots, mientras que a la mayoría de mis amigas les traían sus Barbies con cientos de ropa para poderlas vestir y jugar. No he de negar que fui a casa de muchas de esas amigas a jugar con Barbies y ahora que lo pienso, me divertía jugando a diseñar una casa para la muñeca, que tuviera una “fuente” creada con agua de verdad y colorante azul, le poníamos cortinas recortadas y dibujadas por nosotras mismas, pero en Sí, jugar a ser la Barbie, ponerle ropa y salir de compras… ¡No que aburrido, no lo hice!

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Quien me conoce sabe que siempre digo que ojalá pudiera ir hacia atrás en el tiempo, y haber podido estudiar ingeniería. Estudié administración de empresas e hice varios (muchos más de los que sugeriría) postgrados en negociaciones, alta dirección, management, marketing, en fin. Pero ninguno en ingeniería. En mi familia no teníamos a ningún ingeniero cerca, si acaso aspiraba a ser periodista, porque de esos sí que había; y más tarde cuando tuve un poco más de conciencia, también quise ser abogada (porque yo creía que necesitaba ser abogada para ser presidente de mi país… si también quería ser eso), ay qué bonito son los sueños de niña… Bueno, terminé siendo presidente de esta empresa, mas no de un país (¡aún!).

Por alguna razón, la vida siempre me llevo al mundo de la ingeniería, ese mundo muy masculino de las telecomunicaciones. Siempre me interesaron, me encanta asistir a esas reuniones de diseño de redes, y tratar de entender más y más cómo funciona. Siempre decía, Ay si yo supiera “programar”, aunque nunca es tarde para aprender, cada vez que conocía a una mujer ingeniera, de inmediato se ganaba mi admiración. Siempre he pensado que las mujeres tienen algunas ventajas sobre los hombres en temas de management y organización. Tienen un sexto sentido más natural, que ayuda mucho a la resolución de problemas. No obstante, hoy por hoy, en búsqueda de ese talento tan singular, tengo que decir que casi no encuentro mujeres ingenieras.

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De acuerdo a un estudio publicado por el gobierno de los Estados Unidos, por décadas el número de mujeres estudiando ciencias de la computación estuvo en pleno auge, inclusive se movía mucho más rápida esa adaptación que en el segmento masculino. Pero entonces, por ahí a partir de la década de los 80s ese porcentaje empezó su alarmante declive.

Una de las razones, según otros artículos por la cadena de noticias NPR, tiene que ver con el factor coincidencial que sobre aquellas épocas aparecieron las computadoras personales, los cuales se empezaron a vender casi más que como juguetes. Y es ahí donde yo recuerdo mis épocas de chica y adolescente. Sí, yo (aunque nunca fui la típica niña que recibió esos juegos de tés) siempre quise la computadora, ¡recuerdo perfectamente ese magnífico regalo de cumpleaños de una commodore 64, que me pasé horas y horas escribiendo páginas y páginas de código para hacer que la pantalla cambiara de color negro a azul, y otras más horas a que lo hiciera Amarillo! Si lo sé, suena un poco “nerd”, pero me gustaba. Aunque la verdad sea dicha, que en mi mundo cercano quienes recibían estos “juguetes” más electrónicos y/o de desarrollo eran los chicos.

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Y es ahí cuando entiendo la causa de mi predicamento: ¿Por qué no encuentro chicas ingenieras? En los últimos dos años, hemos expandido operaciones para contratar un promedio de diez ingenieros de desarrollo. En los últimos 3 meses he hecho un aproximado de 200 para cubrir esas 10 vacantes, y ningún ingeniero desarrollador, ninguno, ha sido chica. Cada vez que hablo con los head hunters les pido, “encuéntrenme a una chica”, y no… nada. Hay muchas chicas en diseño, en marketing, en relaciones industriales, en fin, pero no codificando.

Tenemos que cambiar el chip desde ya, para poder tener más chicas realizando trabajos que nuestras mamás, amigas, hermanas, primas, sin querer están evitando que las chicas puedan tener un desarrollo en la economía de este mundo, en donde la mayoría de los trabajos del futuro están relacionados con la revolución móvil. Haciendo de sus hijas las princesas y reinas de sus casas, no las va a llevar a ningún lugar, a menos de que el principado y reino que encuentren, sea uno lleno de cables, códigos, y formatos para que aprendan a hacer cosas innovadoras y nuevas, para que se conviertan en la siguiente generación de mujeres en la ciencia.

Nunca es tarde, yo por ahora, seguiré intentando aprender a codificar… ¡lo bueno es que esta vez, no me tomará escribir 5 horas de código para que cambie mi pantalla de color!

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