El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es una fecha en la que muchos países del mundo celebran las contribuciones de las mujeres en todos los ámbitos del saber humano y su papel fundamental en las luchas por la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo. Es también una fecha para recordar al mundo entero que existe una deuda histórica con las mujeres, cuyos derechos de igualdad, incuestionables en teoría, son violados en la práctica, día con día, hasta el momento actual.

Mujeres migrantes internacionales

Mujeres migrantes internacionales

En esta fecha se rememora también una tragedia: 146 trabajadoras textiles murieron en un incendio ocurrido en 1911 en una fábrica de camisas en Nueva York, debido a que los dueños de la empresa habían cerrado las puertas “para evitar robos”. Gran parte de las empleadas que quedaron atrapadas en las llamas eran inmigrantes jóvenes, italianas y judías en su mayoría. Esta tragedia ocurrió justo una semana después de que iniciaran por primer vez las celebraciones del Día de la Mujer  en los primeros cuatro países: Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza; un año después de que la Conferencia Internacional de las Mujeres Socialistas proclamara en Copenhague  el Día Internacional de la Mujer Trabajadora;  66 años antes de que la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas aprobara esta fecha como el Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional y 105 años al día de hoy.

Lo anterior da cuenta de la histórica e interminable lucha por la igualdad de las mujeres, por lo que en ese marco, me referiré en este espacio a las mujeres migrantes internacionales, un grupo poblacional que ha crecido sustancialmente y que  constituye sin embargo un flujo silencioso  sobre el que hay una asignatura pendiente, ya que hasta ahora en términos generales no ha sido estudiada ni cabal, ni metódicamente, por lo que se mantiene prácticamente invisible.

Según informa la Organización Internacional para las Migraciones, en 2015 el número de mujeres migrantes internacionales sumaba poco más de 117 millones, de los 244 millones de migrantes internacionales, es decir casi la mitad de todos los que viven en un país distinto al que nacieron. En Europa, de hecho las mujeres migrantes representan la mayoría, 52.4% y en Estados Unidos, el 51.2% del conjunto de inmigrantes que suma alrededor de 43 millones.

Estos datos muestran la importante participación de las mujeres en la migración internacional. No obstante, – decíamos- la información sobre las particularidades de la migración femenina es escasa. Las estadísticas y las investigaciones se refieren a la migración internacional en su conjunto y generalmente no desagregan los datos sobre las mujeres, cayendo así en una omisión inadmisible que debe corregirse.

Centrándonos en las mujeres que migran de manera voluntaria a otros países, encontramos que la migración internacional nos ofrece rostros distintos. Por un lado están las mujeres que en el contexto de globalización que ha prevalecido en las últimas décadas, han incrementado su participación como estudiantes en diferentes países, y las que se desempeñan profesionalmente también en algún lugar del mundo diferente al que nacieron, e incluso las que emigran por razón de matrimonio. Estos flujos de mujeres son particularmente intensos en los países que integran la Unión Europea, y entre éstos y otros países desarrollados. Conceptualmente estas mujeres son también migrantes, así sea temporales  -en algunos casos- pero son escasas las investigaciones puntuales sobre estos movimientos, los perfiles sociodemográficos de estas mujeres, sus países de origen y los de su destino, su impacto en los lugares receptores y en los que dejaron, etcétera.

Sólo por dar un ejemplo de los estudios sobre las mujeres migrantes internacionales en todo el mundo, veamos el caso de Estados Unidos, el destino de mayor atracción de migrantes en el mundo y donde los estudios de género en la migración internacional son más avanzados. Según el estudio titulado Immigrant women in the US, elaborado en 2015 por el  Migration Policy Institute, en 2013 – el último dato disponible- había un total de 21.2 millones mujeres inmigrantes, poco menos de la mitad de todos los inmigrantes en ese país en ese año. Esta inmigración femenina se favoreció por los programas de reunificación familiar previstos en la Ley de Inmigración y Nacionalidad de 1965, que dieron entrada a un número importante de inmigrantes, muchos de ellos mujeres, y entre ellas muchas mexicanas.

Los países de origen de estas mujeres inmigrantes son variados, al igual que su participación en el total de inmigrantes de cada país.  Visto por regiones, encontramos que  las mujeres europeas, las procedentes de países del Caribe, las asiáticas y las de países de Sudamérica representan un porcentaje superior al 50% del total de inmigrantes de esas regiones, mientras que las mexicanas representan el 47%, la mitad más o menos de los inmigrantes mexicanos en ese país, que suman 11.6 millones, y el mismo porcentaje representan las mujeres del total de inmigrantes centroamericanos. De ahí que el número de mujeres inmigrantes en el Distrito de Columbia y 31 estados más de la Unión Americana supere al de los hombres inmigrantes.

Dicho estudio analiza la población inmigrante femenina no sólo numéricamente – reiterando la importancia de la mujer en la migración internacional –  sino que brinda un perfil completo de sus características sociodemográficas y hasta su estatus migratorio. Con todo, deja un sinnúmero de aristas por analizar, entre otros los años de estancia en ese país, cuántas de ellas son estudiantes internacionales, o son contratadas por empresas de alta tecnología – que las hay- en fin. Y tampoco existen muchas investigaciones que den cuenta puntualmente de la situación que viven en Estados Unidos las mujeres que conforman el otro rostro de la migración internacional, el más oscuro, el de las que, con o sin documentos, van en busca de una mejor oportunidad de vida para ellas o para sus hijos, o llegan allá huyendo de la pobreza extrema o de la violencia, intrafamiliar o imperante en sus comunidades de origen.

Mujeres migrantes internacionales

Mujeres migrantes internacionales

Por eso, puede decirse que las mujeres migrantes internacionales son prácticamente invisibles y no lo son los hombres migrantes. Una muestra más de la desigualdad que sufren las mujeres y de los estereotipos que existen, ya que se da por sentado que la mujer emigra por acompañar a su esposo o a su pareja o por reunificación familiar, cuando en realidad cada vez son más las mujeres que emigran por lograr una mayor autonomía, o una mejor preparación académica y también son más las jefas de familia que deciden dejar su país de origen para buscar en otro destino, su futuro y el de sus hijos. Esta tendencia en los estudios de la migración resulta preocupante, porque por razón de género, las mujeres que emigran se ven expuestas a mayores riesgos que los hombres, aún si lo hacen de manera autorizada. Ser mujer e inmigrante conlleva a situaciones de estigmatización y discriminación en muchos países, lo que implica no sólo abuso laboral, sino que llega incluso a motivar agresiones contra ellas. Si emigran sin documentos, por obvias razones su vulnerabilidad es mayor: además de abusos en el trabajo, son frecuentemente objeto de violaciones e incluso pueden caer atrapadas en redes de trata de personas, un comercio ilícito que ocupa el tercer lugar entre los más lucrativos después del contrabando de drogas y el tráfico de armas,  y en el que las mujeres y niñas representan el 80% del total de víctimas, según datos de la Organización Internacional del Trabajo.

¿Si no hay suficientes estudios de género en el campo de la migración internacional, cómo se logrará generar políticas públicas que atiendan esta problemática?. Tomen este texto como un reclamo de igualdad al que tenemos derecho, que merecemos todas las mujeres,  y entre ellas, las mujeres migrantes internacionales.

 

Sigue leyendo a Graciela Orozco

 

 

 

 

 

 

 

 

No Hay Más Artículos