En estos primeros días del nuevo año, todos rumiamos nuevos propósitos, a veces, tan endebles como nuestras pobres voluntades. Es típico de las fechas sumarnos a la algarabía general y fantasear con quimeras que no están al alcance de nuestra personalidad, como ya nos lo demostraron los años pasados. De ilusiones también se vive, y seguramente es sano dejarnos seducir por su fulgor.

Propósitos y expectativas

Propósitos y expectativas

Esas ensoñaciones que tienen por protagonista a uno mismo son distintas de nuestras expectativas con respecto a los demás. Esperar que otros cumplan lo que queremos de ellos, darles directrices, manipularlos, quejarnos, etc., para garantizarnos que todo ocurrirá según nuestras apetencias. Esto, reconozcámoslo, es el invento del siglo, porque nos permite depositar en otras personas la responsabilidad de nuestra propia desazón.

Yo este año solo me he planteado un propósito, solo uno, el más difícil para mí: no tendré expectativas con respecto a los demás y no intentaré que sean como yo quiero que sean; por mi parte, viviré sin pretender complacer a nadie.

 

Es un consejo que les doy gratis también a ustedes, si les interesa.

Feliz 2017.

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