Científicos japoneses y mexicanos llevan más de dos años estudiando preocupados la brecha de Guerrero, que se extiende entre la localidad de Papanoa y la de Acapulco. Y es que si se llegara a producir el megaterremoto tendría devastadoras consecuencias, con lo que la puesta en marcha de un plan es absolutamente prioritaria.

A pesar de que la zona en cuestión se encuentra en “silencio” desde hace más de 100 años, no hay que olvidar que es el lugar donde se han producido los peores sismos en la historia del país.

Para intentar estar al máximo de preparados e informados, el plan de los científicos es instalar la primera red de observación sismo-geodésica del país latinoamericano.

Según testimonios históricos, el último gran terremoto en la región sucedió en 1911, pero no hay registro de si hubo o no precedentes y por lo tanto, no se sabe con precisión cuando podría volver a producirse un megaterremoto, o si existe un intervalo constante que pudiera prevenir el desastre, apuntaron desde el Departamento del Instituto de Geofísica.

A pesar de que como hemos visto no hay unos datos fiables que puedan anticipar el sismo, los científicos sí adelantan dos posibilidades en el caso de que se produjera:

La primera posibilidad sería un terremoto de grandes proporciones de magnitud superior a 8.2 grados, en caso de que la tensión acumulada entre las dos placas se suelte. La segunda un “deslizamiento asísmico” en esta zona que permitiría relajar la tensión, pero sin generar sismos ni tragedias.

En esa zona en particular, cada 4 años se producen “sismos lentos”, los cuales duran 8 meses y pasan inadvertidos. Los científicos que estudian el fenómeno dicen que el siguiente sismo lento iniciará en enero del año que viene por lo que buscan tener acabada la red de observación para entonces.

“Investigaremos si ese deslizamiento asísmico está relajando los esfuerzos en la brecha Guerrero o los está incrementando”, dijo Victor Cruz, profesor del IGf.

Después del terremoto del pasado 19 de septiembre, justo cuando se conmemoraban los 32 años del fuerte terremoto que azotó México y dejó más de 10.000 muertos, es importante saber que los científicos ya se han puesto manos a la obra para intentar conocer más de cerca los peligros y amenazas de la madre naturaleza.

 

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