“Sólo eres dueño de lo que das”.

 

 

Dharma es una palabra sánscrita que significa “conducta correcta que produce felicidad”.

La vida está basada en un equilibrio entre el dar y el recibir, es un flujo de energía constante que se autogestiona y para entenderlo, hay que traer a colación dos temas que fundamentan esta relación: el proyectar y el extender.

¿Qué es la ley de la extensión?, es la ley fundamental del compartir, mediante la cual das lo que consideras valioso a fin de conservarlo en tu mente. Para el ego esto es una contradicción porque considera el dar como privarse de algo. Cuando das desde el ego esperas recibir algo a cambio, aquí la comunicación es un negocio en el que haces un pequeño sacrificio esperando compensarlo con un beneficio superior, sino no vale la pena. Cuando das desde el ego sientes que te estás privando de algo y obviamente, no vas a dar algo que consideres valioso sino lo que te sobra. Cuando das desde el ego algo valioso es buscando reconocimiento. No puedes sentirte defraudado cuando das desde el corazón.

 

“Sin proyección no puede haber ira, pero también es verdad que sin extensión no puede haber amor”. (Un Curso de Milagros)

 

Así como idealizamos a algunas personas, satanizamos a otras y en ambos casos, somos víctimas de nuestras proyecciones. No vemos la realidad, vemos nuestros juicios. Culpando a otros no vas a conseguir ser libre. Con tus juicios lo único que consigues es que tu inconsciente siga proyectando situaciones que te hagan vivir tus falsas creencias. No caigas en el oportunismo del que juega a ser víctima y hazte responsable de tus errores. Cuando proyectas el conflicto desde tu mente a otras mentes, en un intento de librarte del problema, lo que haces es reforzarlo. “Dándolo es precisamente como lo conservas. La creencia de que viéndolo fuera de ti lo excluyes de tu interior es una distorsión total del poder de la extensión. Produce, por lo tanto, abundancia o escasez, dependiendo de cómo eliges aplicarla. La manera en que eliges aplicarla depende de ti, pero no depende de ti decidir si vas a utilizar la ley o no. Toda mente tiene que proyectar o extender porque así es como vive, y toda mente es vida”. (U.C.M)

 

La creencia desde el ego, es que para que tú no seas culpable alguien más debe serlo y bajo esta óptica atacas a otras personas, creyendo que así te liberas de tus miedos e inseguridades, mientras que en realidad, los reafirmas. No se puede culpar a alguien por sufrir, lo que sí es reprochable es que con tal de no responsabilizarse de su dolor emocional, lo utilice como punta de lanza para agredir a los demás. De esta forma lo único que se consigue es perpetuar el error y el sufrimiento. Proyectas cuando no quieres hacerte cargo de ti mismo. Una persona cuanto más inconsciente es más proyecciones tiene y más poder les da al intentar huir de ellas. Esta es la consecuencia de dar desde el ego, quedar atrapados en la encrucijada que tejió nuestra mente, mientras tratábamos de escapar de nosotros mismos para no enfrentar el dolor. “No puedes perpetuar una ilusión acerca de otro sin perpetuarla en ti mismo”. (U.C.M)

 

Una de las leyes universales dice: “Tu exterior es reflejo de tu interior”, las circunstancias, personas y situaciones que hacen parte de tu vida reflejan tu estado mental. Si hay conflicto, ira, dolor y frustración: hay proyecciones.

La decisión de afrontar tus problemas y sanar tus heridas implica: que no utilices el dolor sufrido como moneda para medir el futuro, que no uses tus heridas como excusa para agredir a otros, que no te conviertas en aquello que odias y de lo que quieres escapar, que no pases a ser verdugo por andar jugando a la víctima. A esto se refería Jesús, cuando hablaba de “poner la otra mejilla”, no hablaba de someterse a recibir otro golpe sino de estar dispuesto a darle otra oportunidad a la vida, de no temerle al futuro por seguir anclado en el dolor del pasado. Una situación conflictiva se repite hasta que tomas la decisión correcta y siembras amor donde antes hubo miedo. ¿Cuándo das piensas si el otro se lo merece?, quizás no lo merezca, lo que realmente importa es ¿qué mereces tú?, ¿lo que haces es digno de la persona que quieres ser?, cuando sientas dudas, hazte la pregunta y sabrás qué es lo correcto.

Eres lo que das.

Cuando la mente cree que actúa por su cuenta sin obedecer a un poder superior, se convierte en ego. La mente es el vehículo del espíritu, es terreno fértil dependiendo con qué la abones y cuáles sean las semillas que plantes allí. Hay gente frenética en el hacer que tiene el jardín de su mente seco y sus árboles sin frutos, ¿por qué si da tanto?, la verdad es que no importa lo que hagas sino la intención con que lo haces, de nada sirve hacer si no tienes el corazón puesto en ello, si la motivación que te impulsa es la búsqueda de aprobación vas a obtener exactamente lo opuesto, porque no estás desarrollando nada en ti, no hay alegría ni gratitud en lo que haces y esa misma carencia es la aridez que cosechas. La misma acción puede generar consecuencias diferentes u opuestas porque la motivación que impulsa el accionar es diferente. No esperes recibir lo que no sabes dar. Sólo eres dueño de lo que das. Eres lo que das. La vida no te da nada que tú no hayas conseguido, no a través de una actuación exterior sino a través de un trabajo de descubrimiento interno. “Donde está tu tesoro está tu corazón, donde está tu corazón está tu tesoro”, evangelio de Mateo, 6: 19-23.

Stan Lee, el creador de la mayoría de superhéroes, como Superman, el hombre araña y la mujer maravilla, decía: “Un gran poder implica una gran responsabilidad”. Yo, al igual que muchos, me he sentido frustrada viendo una película en la que el protagonista, —dueño de super poderes—, es ultrajado hasta la agonía por sus contrincantes y archienemigos, ¿por qué no los usa para destruirlos y listo?, ¿sería más fácil, no? La respuesta es simple, si se degradara utilizando los artificios del villano, ¿dónde quedaría el superhéroe, caracterizado por la bondad de su corazón y su deseo imparable por hacer justicia?, si sacrificara su humanidad para derrotarlos, ya no habría diferencia entre villanos y héroes. Esta es la disyuntiva ante la cual nos pone la vida cuando debemos tomar una decisión. Siempre somos libres para decidir. Para el ego es debilidad, para el espíritu es honradez.

 

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