Milan Kundera: La Ignorancia

Milan Kundera: La Ignorancia

No suelo releer pues tengo tantos libros pendientes que prefiero conocer nuevas obras. Lo que sí hago es volver de una manera obsesiva sobre autores que admiro, uno de los cuales es Kundera, porque con sus libros siento un escalofrío. Siempre he creído que su forma de escribir no es tan compleja, pero sí su pensamiento. En sus personajes y, en concreto, en los de La ignorancia, muestra su maestría en los cambios de rumbo yendo de la historia de uno a otro protagonista, a la vez que las entremezcla. El nexo de unión es la nostalgia o, al menos, los sentimientos encontrados al volver al país de origen tras veinte años en el de acogida. Ya nada es como antes y lo que creyeron recordar es una trampa. La memoria es frágil, la memoria es ignorante al fin y al cabo.

Milan Kundera: La Ignorancia

Milan Kundera: La Ignorancia

La forma de afrontar el regreso de los protagonistas es diferente, como también lo son sus historias y motivaciones personales. El repaso, revisión o quizá desconocimiento de uno mismo tras el paso de los años no da lugar a la compasión. La revolución se ha hecho a través del tiempo y acosta de las personas que se quedaron en el país. Los que se marcharon parecen meros traidores, cuya culpa parece expiarse con su vuelta. Ahí quedan las pequeñas venganzas, los reproches, la envidia. Es “la otra historia”, la de los que quedaron atrás e intentaron no hacer de sus vidas un lamento. Cada personaje, pues, es invitado a formar parte de la historia del mundo y, a la vez de cada uno, porque todos tenemos una historia de desconocimiento personal a la vez que un desarraigo que nace de la frustración. Todos podemos considerarnos emigrados y vencidos.

La ignorancia es una novela tristemente actual y que deseamos desconocer en este momento en el que el Mediterráneo se ha convertido en un cementerio. Haríamos bien en mirarnos en el espejo de la historia de Europa y comprobar que la ignorancia del pasado no nos exime de nuestra responsabilidad en el futuro, pues significa apartar la mirada a todas las víctimas de la represión en uno u otro sentido, víctimas que un día fueron nuestros padres o quizá nosotros seamos en algún momento.

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