Escritores malditos

“Los poetas son viles, envidiosos y mala gente, pero me gustan así.”
Francisco Umbral

 

Poetas y escritores malditos he conocido pocos, pero me he topado con muchos malditos poetas y escritores. Aunque suene cacofónico, existen sutiles diferencias.

Un libro, o mejor un libelo, de Paul Verlaine recopila una especie de zoo con poetas y escritores cuyas vidas desequilibradas y trenzadas en las drogas, el ajenjo y otros paraísos artificiales los convertían en seres alejados de la sanas costumbres y la corrección política. No era pose. Vivieron con extremo los abismos de la escritura poética y al final de sus días eran solo estropajos perdidos en los basurales de callejones oscuros y malolientes.

De joven uno leía más a Rimbaud, Baudelaire, Lautremont que a Pérez Bonalde o a Andrés Eloy Blanco. Uno creía con ingenuidad que para ser poeta debías ir por la vida con un estilo desplanchado y un sol negro suicidándose en la pupilas. Que era necesario navegar todas las barras de los peores bares de la ciudad para fornicar con la musa y llegar al duro hueso de la poesía. Muchos se quemaron en estas euforias literaturescas, otros la asumieron como una pose histriónica y actuaban su bohemia, sin talento para la escritura, en los escenarios más peregrinos, otros se enquistaron en las roscas literarias y en las instituciones culturales del estado. Sólo tenían genio para ubicarse bien en el gobierno de turno y medrar hasta convertirse en insoportables malditos poetas.

Este tiempo se va blindado con un dogma que se pretende inclusivo y liberal donde las legiones LGTBI y las del #MeToo han devenido en huestes intolerantes. Sin duda sus causas son plenamente justificadas, pero que quieran tachar el arte, la literatura o la fotografía que no se adapte a sus parámetros resulta un poco talibán para mi gusto. Los poetas malditos reseñados por Verlaine seguro habrían sido denunciados en la redes por su comportamiento despreocupado y su dejadez mundana (O prostibularia) que estaba años luz de cualquier horma de corrección social.

El arte necesita un poco del artista fuera de foco, del poeta rodado hacia el abismo, ya que un poco de malditismo estético puede frenar cualquier asomo de fanatismo del tinte que sea

El poeta maldito quería utilizar la poesía como ese agujero del conejo para escapar de la vida rutinaria con su horario de oficina. Creían que la escritura podía salvarlos de los parámetros sociales con su etiqueta de buenas costumbres y se movieron a los extremos como sacándole el cuerpo a las convenciones sociales. Estaban convencidos que el burdel, la calle, la nocturnidad de arrabal era la mejor escuela para escribir y vivir.

No obstante los malditos poetas son acomodaticios y se apuntan con facilidad a cualquier dogma en el que puedan obtener algún lucro. Entrampados en las oficinas culturales del estado ya no escriben y sólo se desviven en escribir odas (O loas) a quien les doméstica el hambre. Si se atreven a escribir sus poemas estarán estructurados con muchas metáforas huecas y numerosos silencios, expertos en no decir nada, para dejar constancia de su condición de borregos serviles, lo que de seguro a futuro les deparará una embajada o cualquier “Jugoso” premio cultural. Los malditos poetas que se encuentran en las orillas son también unos diligentes lamebotas. Quieren que se les apruebe y solo buscan ser admitidos en ese lado oscuro de los pasillos y sótanos del poder político, dejando en evidencia que su vocación se acerca más a la policía que a la poesía.

Recuerdo a nuestros poetas malditos que formaron La pandilla Lautremont o que fundaron la República del Este.Que navegaron por el famoso Tringulo de las Bermudas(Bares equidistantes en Sabana Grande) algunos murieron en esta odisea de barra y poesía gritada, entre en el vomito y los espasmo de la ebriedad, en los amaneceres de la ciudad, otros fueron quemados por el alcohol; lo más astutos se situaron a la diestra del poder para apalancar una obra poética de dudosa calidad.

Al final los poetas malditos se convirtieron en clásicos imprescindibles del canony muchos de nuestros malditos poetas terminaron como funcionarios gubernamentales escribiendo excelentes y precisos silencios.

 

Malditos poetas hoy hay a patadas, pero poetas malditos son casi una especie en extinción y se han convertido en un mito como los unicornios los cuales existen, pero es complicado encontrarlos.

 

 

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