Todas estas diferencias deben tratarse con profundidad, ojo no digo maquinar, tiqui, tiqui, tiqui como un pajarito taladrando la cabeza. Rumiar los problemas rebuscadamente y llegar hasta Adán y Eva, pasando por mamá, papá y la abuela, es una búsqueda de culpables que no ayuda en nada y más bien sofoca con más explicaciones un estado valioso. “Yo repito la historia de la familia” se instala más como un vicio que una salida.
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