Soñé un verso al filo de la madrugada

cuando del silencio de mi cama

solo Dios en lo infinito era testigo

solo había niebla en la obscuridad.

 

Los versos cayeron en la almohada

despacio hasta fabricar una poesía

que hablaba de la grandeza de la luna,

que hablaba de la nobleza del amor.

 

El poema se volvió gris neblina

bañado de rocío hasta aparentar

realidad cruzada entre líneas

tiempo marchito, grietas con humo.

 

La madrugada se deslizó oculta

e hizo unos guiños bajo las pupilas

con brisa corriendo en los campos

y unos versos soñados sin manchas.

 

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