Recuerdo la primera vez que leí a Elena Garro. Me regalaron uno de sus libros por mi cumpleaños, “Los recuerdos del porvenir” y ese mismo día me puse a leerlo. Bastaron unas pocas hojas para atraparme del todo, con frases como “¡Qué dicha ser hombre y poder decir lo que se piensa!” o “De noche, tan pintada, no está mal, pero habrá que verla cuando despierta con todos los vicios en la cara…”, que me generaron una tremenda curiosidad por conocer a la autora y lo que le motivaba a escribir así. Mientras más leía, más me obsesionaba con su obra y sus palabras, se me hizo necesario entenderla, así que la busqué.

Solo bastó escribir su nombre en el ordenador, para que saliera a relucir su vida, su relación con la política, su importancia para la literatura mexicana; sólo que su nombre ya no venía sólo, al estar siempre antecedido por el de su marido: Octavio Paz. Ahí lo entendí todo.

sombra-1-02Todos conocemos al Premio Nobel de Literatura (1990), emblemático poeta y ensayista mexicano; pero entonces, ¿por qué no conocemos a su esposa?, ¿por qué al buscar Octavio Paz, su nombre y sus logros vienen solos, haciendo casi invisible la presencia de una mujer en su vida? Mientras más leía acerca de Elena Garro, de su tormentosa relación con Paz, su divorcio y su vida después de él, entendí que fue una mujer que se cansó de vivir a la sombra de un hombre, y la sociedad le castigó por eso; porque a pesar de su exquisita literatura no alcanzó el reconocimiento que merecía, y su obra, por más que pudiera brillar por su cuenta, nunca se vio separada a la de su esposo. Ella mismo lo dijo: “En México, apenas una mujer es un poco inteligente, tiene otras aspiraciones, quiere hablar, escribir, hacer algo, pero todos se confabulan para ver qué le hacen, cómo la destruyen, cómo la dañan”.

“La Garro” como le decían, nació en México en 1916, muy joven se mudó a la capital para estudiar literatura en la Universidad y fue ahí donde conoció a quien sería su esposo. Vivió en España, Francia, Estados Unidos y fue un personaje político muy criticado en su país durante los años 60. Escribió 11 novelas, cuentos y ensayos fruto de los cuales algunos la califican como precursora del realismo mágico. Murió en su país dejando a su obra como único testimonio de la vida de una mujer fascinante.sombra-1-03

Al cumplirse el centenario del nacimiento de Elena Garro, es hora de hacer renacer su nombre, enmarcado en su vida, su belleza y su talento innegable. Es hora de reconocerla por sus obras: “La culpa es de los tlaxcaltecas”, “Reencuentro de personajes”, “Recuerdos del porvenir”; y por lo que significa para las mujeres como símbolo literario de la libertad femenina, impulsándonos a alcanzar nuestras metas sin nadie que nos defina más nosotras mismas.

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