Desde que contendió por la candidatura del Partido Republicano y luego a lo largo de su campaña, el ahora presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump,  ha mantenido  una ríspida relación con los medios de comunicación. Todo aquel medio de comunicación que en su momento se atrevió a apoyar la candidatura de  su contrincante demócrata, Hillary Clinton, y todo reportero o editorialista que ha osado hacerle preguntas “incómodas”, o criticarlo, o simplemente informar, sin adjetivos, señalando sus posturas controversiales o evidenciar, con sólo relatar los hechos, su reprobable conducta, ha sido insultado e incluso amenazado.

La prensa hispana en la era de Trump

La prensa hispana en la era de Trump

De ahí que, el 28 de noviembre, en Nueva York, al recibir el premio Hitchens otorgado por la  Dennis & Victoria Ross Foundation, el Editor Ejecutivo de The Washington Post,  Marty Baron, recordó en su discurso la constante animosidad de Trump hacia los medios de comunicación. Indicó que los ha llamado entre otros  adjetivos que escupe con mucha frecuencia: escoria, mediocres, malnacidos, repugnantes, deshonestos, mentirosos  y que los ha calificado, para rematar, como sus enemigos. Y al hacer alusión también a la amenaza pública de Trump de tomar represalias contra Jeff Bezos, el propietario de The Washington Post, Banon, apuntó con determinación: “…Los valores son los que cuentan. Y es tiempo de hablar de ellos. Es tiempo de reafirmar lo que los periodistas representamos, reafirmar para qué estamos los periodistas. Es el momento en que nos vemos obligados a pelear por la libertad de expresión y por la prensa libre, derechos consagrados en nuestra Constitución “.

Este es un llamado que tendrá que escucharse por todos los medios y los profesionales de la comunicación en el vecino país, porque The Washington PostThe New York Times  y muchos otros medios, están no sólo siendo insultados, sino advertidos de “cuidar” sus coberturas. Así lo reiteró Trump durante una reunión privada celebrada en la Torre que lleva su nombre, el pasado 22 de noviembre, con  40 destacados periodistas y directivos de CNN, NBC, CBS,  Fox  y otros medios, a los que recriminó   por “el injusto tratamiento” que –según él –le dieron durante su campaña.  “Entro en una habitación llena de mentirosos, son todos unos mentirosos”, fue el saludo del presidente electo, antes de atacar directamente a algunos de los asistentes, entre ellos, a Jeff Zucker, Presidente de la cadena CNN.

En este denso ambiente, los medios de comunicación en español en Estados Unidos resultan muy vulnerables, porque obviamente su audiencia está compuesta en gran parte por inmigrantes latinos, el grupo al que Trump convirtió desde el primer día de su campaña en blanco de sus insultos, sus ataques y sus amenazas. Por ende, sus coberturas y sus editoriales, sea en prensa escrita, radio, en las cadenas televisivas o por internet, abordan de manera prioritaria los asuntos que competen a este grupo de la población estadounidense.

Pero no sólo cumplen con informar a su audiencia  primigenia,  los medios de comunicación en español, pero en particular la prensa escrita en el vecino país del norte, tiene una larga tradición de lucha en favor de la comunidad mexicana, mexicano-americana e hispana y ha  jugado un papel fundamental en la conservación y fortalecimiento de la identidad social, cultural y política de esas comunidades. Ha sido además un medio eficaz para organizar y movilizar a esa población y constituye una ventana que los mantiene al tanto de lo que ocurre en México y en América Latina, reforzando así los lazos que nos unen. Es un canal de expresión y de denuncia, promotor de campañas sociales y elemento de cohesión en causas  que afectan a los latinos en ese país.

Los orígenes de la prensa en español se remontan al siglo XVIII, con diversas publicaciones caseras que informaban a los pobladores del suroeste de Estados Unidos sobre los acontecimientos en España y la Nueva España. Luego, en 1808 apareció en Nueva Orleans el periódico El Misissipi y al año El Mensajero de Louisiana. Le siguieron, después de la aparición de la imprenta en 1813, La Gaceta de Texas y El Mexicano, que favorecían la independencia de México, y muchos más, que concluida la guerra de 1848, tomaron un papel activo para denunciar los abusos y violaciones de que eran objeto los pobladores     mexicanos en su propia tierra. El Clamor Público y Las Dos Repúblicas, fueron claros ejemplos.

La prensa hispana en la era de Trump

La prensa hispana en la era de Trump

En la época de la Revolución Mexicana, políticos y periodistas que huyeron de la lucha armada, dieron un impulso importante a la prensa en español en Estados Unidos. Destacó entre ellos Ignacio E.  Lozano, quien fundó en 1913 el periódico La Prensa en San Antonio, TX y en 1926 el periódico La Opinión, en Los Ángeles, CA., hoy por hoy, el diario en español más importante en Estados Unidos,  que dirige magistralmente Mónica Lozano, su nieta.

Después, durante el llamado Movimiento Chicano, que en el marco de la lucha por los derechos civiles buscaba la igualdad de oportunidades para los latinos en aquel país, la prensa en español tuvo también una importante participación, y hoy,   según datos de la Asociación Nacional de Publicaciones Hispanas, alrededor de 50 millones de ejemplares de más de 1500 publicaciones periódicas en español y en formato bilingüe español-inglés circulan anualmente en Estados Unidos, siendo los diarios más importantes luego de La Opinión, en Los Ángeles, El Diario La Prensa, en Nueva York, El Nuevo Herald, en Miami y La Raza, en Chicago.

Este es el universo que, por su tradición y su orientación de defensa de los intereses de la comunidad mexicana, mexicano-americana y latina en Estados Unidos,  será seguramente también blanco de intimidación durante la administración de Trump. Pero, sin duda,  el llamado de Marty Baron será atendido por la prensa escrita y los demás medios de comunicación latinos, con fiereza y con pasión como lo han hecho a lo largo de su historia.

 

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