Igual que un infante corre presuroso y atropelladamente para abrir su nuevo juguete, el Presidente Donald J. Trump está realizando una frenética actividad al estampar su firma y el sello de su recién inaugurada administración en una serie de órdenes ejecutivas y otros memorando para demostrar su poder.

Con esto ha abierto muchos frentes de batalla, tanto al interior de su país como en el exterior, al crecer la oposición interna y el cuestionamiento de varios países a sus políticas violatorias de las libertades civiles, de los derechos humanos, de los valores de los Padres Fundadores, de la democracia occidental y de las reglas del comercio internacional, que amenazan además el orden mundial establecido desde la Segunda Guerra Mundial, con el riesgo de una conflagración mundial.

Algunas de estas órdenes ejecutivas firmadas por el mandatario a partir de su primer día hábil en la Oficina Oval, constituyen de facto  una declaración de guerra contra distintos e importantes sectores sociales. Entre estos, los 11 millones de inmigrantes indocumentados, a los que buscará, por un lado, detener en su intento de ingresar a Estados Unidos y por otro, deportar a sus respectivos países de origen. Para esto, ordenó la construcción del muro de su obsesión en la frontera con México, el incremento de 5,000 agentes de la patrulla fronteriza,   triplicó el número de agentes de migración y dejó sin efecto la práctica de catch and release (atrapar y liberar ); ordenó aumentar el número de centros de detención y restaurar el programa “Comunidades Seguras”, que permite que las autoridades locales compartan con el gobierno federal las huellas digitales de los indocumentados presos en cárceles locales y de los condados, con el fin de deportarlos.

Donald Trump

Trump firma políticas violatorias y en contra de los DDHH.

Un grupo más, son los llamados Dreamers amparados por el Programa de Acción Diferida para los llegados en la Infancia, conocido como DACA (por sus siglas en inglés), los cuales suman 750 mil jóvenes, y a quienes se rumora  ya no se les renovarán los permisos para trabajar o estudiar, y serán deportados con facilidad porque dieron sus datos a las autoridades. Otro, las ciudades Santuario, -más de 300 en todo el país- que protegen a los inmigrantes y se niegan a que sus policías locales colaboren en los agentes de migración para identificar a estos inmigrantes, a las cuales les suspendió los fondos federales, lo que le ha significado la férrea oposición de varios gobernadores.  Y también, los inmigrantes de países de mayoría musulmana – Siria, Sudán, Irán, Irak, Somalia, Libia y Yemen- a quienes, justo el día de la Conmemoración del Holocausto,  se les suspendió la entrada a Estados Unidos por 90 meses, y vetó por 120 días toda entrada de refugiados al país, redujo en más de la mitad el número de refugiados que aceptará en 2017 y excluyó de manera indefinida a los sirios, estableciendo además, medidas de “escrutinio extremo” para la inmigración de estos grupos, con el fin de “proteger a Estados Unidos del terrorismo” –dijo Trump- , quien no explicó la ausencia de veto a ciudadanos de Arabia Saudita,  Emiratos Árabes, Líbano y Egipto- países de origen de los atacantes de las Torres Gemelas- ni de Afganistán y Pakistán, que se dice financian a estos grupos. Así, Trump intenta encubrir su política racista, xenófoba, antiinmigrante y discriminatoria, con la recuperación del control de la frontera, la aplicación de la ley y la lucha contra el terrorismo.

Y aún hay más. A los millones de mujeres y hombres que participaron en La Marcha de las Mujeres para defender sus derechos reproductivos les respondió prohibiendo fondos gubernamentales para subvencionar a grupos extranjeros pro-aborto, al tiempo que el Vicepresidente Mike Pence encabezó la Marcha por la Vida en Washington – para que no quedara duda de su política anti-aborto. A la comunidad LGBTT le declaró también la guerra al desaparecer, primero, toda información sobre ésta en la página Web de la Casa Blanca, desde el Día 1 de su mandato y, luego, al eliminar todo apoyo gubernamental a organizaciones sociales que apoyan a este sector de la población, cuyos matrimonios dijo “son cosa del Diablo que no tienen lugar en Estados Unidos”.  A los latinos, la primera minoría étnica,  que suma 55 millones de estadounidenses e inmigrantes autorizados –el 17% de la población total de ese país- , los excluyó de su níveo gabinete.
A más de 13 millones de estadounidenses, entre ellos al menos 5 millones de sus votantes, los dejará sin servicios de salud, al ordenar al Congreso la revocación de la reforma sanitaria conocida como Obamacare, sin que la fecha se conozca un proyecto que la sustituya. A los grupos ambientalistas les mandó un claro mensaje de su postura al eliminar en la página web de la Casa Blanca toda información respecto al cambio climático y le recortó el presupuesto a la Agencia de Protección Ambiental (EPA). A los científicos les prohibió divulgar toda información y les ordenó darle a conocer todos los datos con que cuenten, por lo que la EPA, la NASA y otras agencias han procedido a resguardar la información y han creado páginas en la red para mantener al público informado, señalando que “un gobierno que ignora la ciencia para impulsar agendas ideológicas pone al mundo en peligro”. A los miembros de la prensa y otros medios de comunicación los ha insultado, amenazado y restringido el acceso por “ser los seres humanos más deshonestos de la tierra”- dijo-.

Donald Trump

Trump prohibió fondos gubernamentales para subvencionar a grupos extranjeros pro-aborto.

Además, reactivó dos controversiales proyectos: el de la construcción del oleoducto Keystone XL, que atravesará EEUU desde Canadá hasta las refinerías del Golfo de México,  y el oleoducto Dakota Access, que atraviesa las Dakotas, Iowa y llega a Illinois, mismo que había generado una fuerte y valiente oposición de los nativos americanos y otros activistas, incluidos algunos veteranos de las fuerzas armadas.
En cuanto al comercio internacional, con una Orden Ejecutiva sacó a EUA del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), del que forman parte otras once naciones, confirmando así su postura proteccionista y arbitraria que amenaza con desestabilizar las economías de varios países. El caso de México es por ahora el más representativo, pero sus declaraciones dejan ver que no será el único. Respecto al TLCAN, quedó claro, por un lado, que la postura de Trump no ha sido la de negociar, sino la de imponer,  humillar y chantajear a México, y por otro, que a Trump, no le importan las reglas de la Organización Mundial de Comercio, que sólo conoce la ley del más fuerte.

En el ámbito internacional, las políticas de Trump empiezan a evidenciarse peligrosamente. Más allá de sus críticas a respetados líderes de la Unión Europea, la pauta con la que Trump actuará en la ONU quedó clara con lo dicho el pasado viernes por su nueva embajadora ante esa organización, Nikki Haley: “Para aquéllos que no nos apoyen, vamos a anotar nombres. Nos aseguraremos de responder a eso adecuadamente”. Además, anunció restricción o suspensión de fondos a varias de sus agencias. En el terreno de las relaciones bilaterales, ya creó una crisis con México, no sólo al ordenar la construcción del muro, pretender que nuestro país pague el costo “de una u otra forma” y declarar que impondrá un impuesto de 20% a las importaciones, sino por su trato majadero y prepotente. Somos su vecino débil, no le significa un alto costo, sólo lo evidencia ante el mundo, pero Trump, cuestionó la política de una sola China al hablar con la titular del gobierno de Taiwán, le ha criticado  la construcción de las islas del Mar del Sur de China y le ha advertido que las reglas de su comercio bilateral tendrán que cambiar. Eso sí que amenaza la paz mundial.

Demasiados frentes para un solo hombre, y en sólo una semana. ¿Le alcanzará la pólvora?  ¡Ojalá que no!.

 

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