Cuando en México se habla de un migrante, la imagen que generalmente viene a la mente es la de un hombre en edad de trabajar, -25 años y más-, que proviene de zonas rurales, que cruza la frontera “apoyado” por un “pollero”, y cuyo propósito es llegar a Estados Unidos para lograr una vida mejor para él y para su familia.

migrar-11Sí, puede ser así, pero no necesariamente. Conviene tener en cuenta que los mexicanos que emigran son tanto hombres como mujeres, casi en igual proporción; que la mayoría de ellos vivía en una ciudad y no en el campo, y que un porcentaje cada vez mayor de los emigrantes llegan a Estados Unidos por avión, con visa de turista o de negocios y se quedan allá. Conviene también recordar que no todos los que emigran son adultos. Miles, muchos miles, son niños y jóvenes – principalmente mexicanos y centroamericanos – que, solos, sin la compañía de un adulto, tratan de llegar al vecino país del norte para buscar a su padre o a su madre, o a ambos, o bien, por el instinto de supervivencia que los impulsa a huir de la pobreza extrema o de la violencia, local o intrafamiliar, en su entorno.

 

En 2014, esta arista del drama migratorio se hizo visible por el arribo de decenas de miles de niños y jóvenes no acompañados –51,000, entre ellos poco más de 12,000 mexicanos – que se encontraban hacinados en centros de detención, principalmente en Texas, creando una crisis humanitaria, como la reconoció el Presidente Obama, y que se reportó ampliamente en los medios de comunicación.

Hoy, la dramática situación de los niños y jóvenes migrantes no acompañados continúa. Se trata de un fenómeno regional que requiere la cooperación de todos los países involucrados para acordar y poner en práctica políticas de protección integral para éstos, los más desprotegidos y vulnerables de los migrantes. ¿Cuántos son?, ¿qué edad tienen? ¿de dónde son?, ¿qué pasa con ellos cuando son aprehendidos? ¿cuál es su situación legal? ¿cuál, su futuro? Son, todas, interrogantes que la mayoría de los mexicanos no nos hacemos.

migrar-12Según datos del U.S. Customs and Border Protection, en el periodo del 1 de octubre de 2015 al 31 de julio de 2016 se detuvo a casi 28 mil niños y jóvenes migrantes no acompañados en la frontera sur de Estados Unidos. Del total de detenidos, el mayor número es originario de El Salvador, le seguían los de Guatemala y Honduras, y, en cuarto lugar, los mexicanos, que representan el 21% del total. La mayor parte de ellos tiene entre 12 y 17 años, aunque el número de menores entre 8 y 12 años ha aumentado en los últimos años; y casi la mitad de ellos son niñas o jovencitas. ¿Pueden ustedes imaginar el nivel de desesperación que movió a estos niños, niñas y jóvenes a migrar, solos? ¿y pueden visualizar la pesadilla que debe haber sido su tránsito por territorio mexicano hasta llegar a la frontera sur de Estados Unidos?

Al ser detenidos, se les envía a centros de detención autorizados por la Oficina de Reubicación de Refugiados, donde permanecen hasta determinar si serán deportados a sus países de origen o si se les enviará con algún familiar en Estados Unidos o con un sponsor, hasta que un juez determine su situación migratoria. Por su situación especial, se debe determinar también si pueden ser o no considerados como solicitantes de asilo.

Los niños y jóvenes migrantes no acompañados llegan a estar en custodia en los centros de detención hasta varios meses, violando el llamado Acuerdo Flores, aprobado en 1997, que estableció el mandato de deportarlos o reubicarlos con un familiar, un adulto que autoricen los padres o un sponsor, en un máximo de 24 horas.

Los casos de niños mexicanos se atienden con mayor celeridad. La mayoría son devueltos a la frontera y entregados al Instituto Nacional de Migración, que los retienen en estaciones migratorias si son mayores de 12 años o los entregan al Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), o a albergues de la sociedad civil autorizados por el DIF, hasta que se defina su situación.

¿Cómo cree usted que se afecte la salud emocional y el desarrollo de estos niños, niñas y jóvenes a lo largo de este proceso? ¿y cuál será su futuro? Incierto, por decir lo menos.

Esta es la dramática situación de los niños, niñas y adolescentes que migran solos. Por ello, celebro que el pasado 13 de octubre el Senado de la República haya aprobado, por unanimidad, una reforma propuesta por la Cámara de Diputados, para garantizar una mayor y más efectiva protección jurídica a los derechos humanos a estos menores migrantes. Sin duda esto es un avance, aunque “del dicho al hecho… “.

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