Diablos… Hola a todos, si, exacto, soy yo, ese ser al que teméis incluso nombrar, Satán, Lucifer, Belial, Baphomet, el príncipe de las tinieblas, entre otros muchos nombres y epítetos con los que los humanos me habéis obsequiado desde el inicio de los tiempos, y durante miles de años, maldecido y vilipendiado durante toda la historia, sin darme ocasión alguna para defenderme de semejantes descalificaciones. He sido paciente y tolerante, pero ya no estoy dispuesto a continuar aguantando esta situación en silencio, ya es hora de que la verdad salga a la luz, y de que cuente lo que de verdad sucede.

Para comenzar, no soy el Diablo, sino la Diablesa, que hasta en eso os han mentido, y no soy ningún ángel caído creado por Dios, eso es, al igual que casi todo lo que os han contado y creéis, puro marketing de Dios y sus apologistas, marketing de un negocio muy antiguo y muy lucrativo, en el que yo soy la cabeza de turco, a quien le ha tocado apechugar con un papel que en absoluto me corresponde, pues yo, al igual que vuestro Dios, existo desde el principio de todo, soy su otro lado, con sus luces y sombras, imperfecto, como él, como el mundo, el mundo del que soy co-creadora, pero eso, humanos, no lo sabíais, puesto que los propagandistas de Dios, olvidaron decíroslo.

Diablo

Diablo

Vosotros, humanos, sois mi proyecto, si yo fui vuestro creador, pero Dios se apropió de mi obra, ese Dios del que decís que es todo amor y compasión, es un ente cruel, envidioso y caprichoso, el que os amenazaba con mil suplicios y os enviaba plagas en la antiguedad, el Dios que actualmente disfruta viendo como os retorcéis entre guerras, crisis, hambrunas, epidemias, y otras catástrofes, ha tomado este mundo como su divertimento, y se os ríe, contemplando como intentáis estar a la imposible altura de las reglas que se inventó, burlándose de vuestras plegarias y súplicas, y complaciéndose de como os arrodilláis ante él.

Cuando creé al ser humano, le doté de pensamiento racional e imaginación creativa, diferenciándose de las criaturas irracionales tan sólo pertrechadas con instintos primarios, pues la fase final del proyecto de mis criaturas, vosotros, consistía en que fueseis libres para andar vuestro propio camino sin limitación alguna. El lo vio, queriendo tomarlo para sí mismo y controlarlo a su antojo,  y aunque yo me opuse desde un principio a ello, no pude evitar que se os preprogramara para induciros a la autoculpabilidad y sumisión a todos los que cayeron bajo su influencia, en contraposición a la autoindulgencia y libertad que yo deseaba para vosotros. Tan sólo una minoría vive sin el yugo de Dios en su vida, pero sus lacayos se encargan de que no esté demasiado bien visto socialmente.

Diablo

Diablo

De modo que para acallarme ante tamaño despropósito, Dios se sacó de la manga los conceptos del bien y del mal, reservando para sí la mejor parte y dejándome a mi el papel antagonista, y no dudó en llevar a la muerte a su propio hijo, para atraeros a sus filas con promesas vacías, relegándome, y dejándome exiliada en un pequeño reino fuera del tiempo, inventándose toda la imaginería religiosa, que no es otra cosa que propaganda para seguir con su demente juego, con el que se divierte a costa nuestra, con mi frustración y vuestro desasosiego vital.

Así son las cosas, humanos, El en su palacio celestial, riéndose de vosotros mientras contempla vuestro irregular devenir, como si el mundo fuese su canal de televisión privado, mientras yo aquí abajo relegada, continuando mis esfuerzos porque os deis cuenta de lo que en realidad sucede, de que entendáis la verdad, apareciéndome ante vosotros de cuando en cuando para ello, pero él ha hecho que me temáis, que temáis que os lleve al infierno, pero eso es otra de sus mentiras, no hay sitio para vosotros, ni en el cielo, ni en el infierno, solo son reinos para seres ultradimensionales como nosotros, vosotros, los humanos, y todos los seres vivos de la tierra, no vais a ningún lugar al dejar la vida, sólo hay olvido y la nada, que cruel ironía, vivís para el, con la promesa de verlo tras la vida, y resulta que no hay nada, así es Dios, un manipulador mentiroso y egoísta, que nos utiliza a todos para su propio provecho.

De modo, humanos, que ahora tan sólo puedo enviaros este mensaje, puesto que mis atribuciones son bastante limitadas, y dormito arrullada por el crepitar de las llamas, mientras lamento la situación a la que habéis llegado, por vuestra credulidad, y fé ignorante, esperando que llegue el día en que mi mensaje os llegue, y vuestro raciocinio y criterio acabe por despertar, que recuperéis la libertad, y reclaméis vuestra alma como algo de vuestra propiedad, y no de la suya, ni de la de nadie más.

 

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