“Venga, dale caña, que no pasa nada”. Esas palabras dan un poco de miedito, puesto que son a menudo el preludio de un desastre. Un desastre, grande o pequeño, originado por el exceso de confianza, o sencillamente por la incontrolada insensatez que nos impulsa a triscar por ahí y hacer las cosas todo lo imprudentemente que es posible y sin la más elemental precaución.

Sucede en todas partes: En la carretera, en casa,en el trabajo, en los ratos de ocio…

Muchos titulares de periódico de sucesos dramáticos o escandalosos fueros precedidos por esas pretendidas tranquilizadoras palabras: No pasa nada.

Pero resulta que si, que pasa de todo. No hay certezas absolutas en la vida, y un pequeño arreglo casero de una tostadora puede acabar reproduciendo el gran apagón de Nueva York. Una escapada a un bar para degustar un pincho puede derivar en unas forzosas vacaciones en una habitación de hospital si no andamos con ojo.

Incluso en el trato personal los imprevistos están a la orden del día. Los vecinos con los que a diario nos encontramos en el portal, tan dicharacheros ellos, pueden ser una furibunda banda de adeptos del bricolaje que pueden llegar a destruir el edificio si no tienen un poquito de tino, eso por no hablar de las explosiones auditivas que infartan a más de uno a las horas más extrañas.

 

Es curioso, en España es el modus operandi habitual en casi todos los campos. Los accidentes de tráfico con sin alcohol de por medio protagonizados por autoproclamados dioses del volante que dicen controlar todo. Accidentes laborales muchas veces mortales porque alguien no creyó necesario gastar un céntimo en poner los suficientes medios de seguridad y protección. Y así sigue la nefasta tradición, una tradición que puede ser letal en muchos casos, o al menos hacer que alguien pase un mal rato

 

Vas por la calle y lo ves, casi en cualquier lugar al que dirijas la atención, aunque estamos tan habituados a ello, que no siempre lo distinguimos con claridad. Vivimos inmersos en ello, a todos nos afecta de uno u otro modo, se ha visto y vivido miles de veces, pero siguen asegurando que no pasa nada.

 

Oh, acabo de oír a alguien a mi lado que dice “No pasa nada”. Disculpad, voy a ponerme a cubierto, nos vemos.

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