En donde todos los volúmenes habían sido calculados excelsamente bajo la dialéctica de la regla áurea y cuyo tiempo relativo era siempre el exacerbado y hermético escultor de todo lo imperecedero. Las legendarias ciudades de Mileto, Halicarnaso, Éfeso y Pérgamo, fueron solo algunas de las ciudades de cultura helenística, que se desarrollaran de forma tan prospera en toda la Asia Menor.

Además del fructífero y ajetreado comercio existente en la ciudad de Mileto, habría que dar cabida a la extraordinaria cultura helenística, en donde floreció de forma tan avanzada, el estudio de las ciencias naturales, la filosofía, la geografía y la historiografía, bajo la suprema égida de tan virtuosos sabios como, Anaximandro Hecateo y Tales de Mileto,  que había sido considerado como uno de los siete sabios de la antigüedad, en donde predijo un eclipse total del Sol, ocurrido en el año 580 a.C.

Mientras tanto,  la ciudad de Éfeso, fue una fundación ateniense del siglo XI a. C. habiendo sido enaltecida culturalmente por el más importante teatro clásico de toda Asia Menor, adosado al monte Pion, siendo uno de los edificios más espectaculares de Efeso, donde tuvo un aforo para 24.000 espectadores, recubierto de translucido mármol  y decorado con patas de león en las gradas, en donde en el propio recinto frente a los espectadores y a espaldas de la orquestra, aparecía en todo su esplendor el abierto escenario o Skene,  precedido por un pórtico cubierto rematado arquitectónicamente por una azotea y que recibía el nombre de proscenio o Proskenión, siendo testimonio de diversos estilos artísticos.

Cultura Helenísitca

Cultura Helenísitca

La antigua Efeso, fue también uno de los centros comerciales más importantes del Mediterráneo, y bajo el punto de vista religioso, fue un centro de culto a Cibeles, la diosa anatolia de la fertilidad, que bajo la influencia de los jonios, Cibeles se convirtió en Artemisa, la diosa virgen de la caza y la luna, en cuyo honor se construyó un fabuloso y suntuoso monumento y cuando los romanos tomaron el poder y formaron la provincia de Asia, Artemisa pasó a ser entonces Diana. 

Como centro romano más importante de toda Anatolia, fue también el lugar en que el apóstol San Pablo, tuvo que suportar tantos abucheos de una endiablada muchedumbre, que seguía prefiriendo a Artemisa, la Diosa de la Fecundidad” y patrona de Éfeso, trasmutada en colonia jónica fundada en el siglo XI a.C. en que se desplegó exquisitamente una hermosa calle principal toda revestida de lustroso mármol y ataviada de manera grandilocuente por la diáfana y riquísima Biblioteca de Celso (110-135 a.C.)  mandada construir por el Cónsul Gayo Julio Aquila para su propio padre, Julio Celso Polemeno, gobernador de la provincia asiática. Esta soberbia biblioteca, pudo contener hasta 12000 pergaminos, ordenados en repisas colocadas en los huecos, tras los cuales un corredor de un metro, aseguraba toda la circulación de aire.

Posteriormente, vino a sufrir muy serios daños a manos de los godos, acabando finalmente por ser totalmente derruida por un  destructivo terremoto, registrado en el año 1.000 de nuestra era. Esta impresionante biblioteca, fue deslumbrantemente exaltada por unas refinadas y simbólicas estatuas, que estuvieron situadas elegantemente en sus diáfanas hornacinas, representando alegóricamente a la Sofía (Sabiduría), a la Areté (Virtud) a la Ennoia (Intelecto) y la Episteme (Conocimiento).

Delante de esta tan célebre Biblioteca, estuvo ubicada el epicentro deambulatorio de la Vía de los Curetes que se encaramaba “in crescendo” por la ladera de Éfeso y, a la vista de pájaro,…sapiente pulpito literario… se podía vislumbrar con un goce inaudito, todo el dulce panorama  de las casas del Monte Coressos, que fueron habitadas desde el periodo helénico (siglo I a.C.) hasta el bizantino ( siglo VII  d.C. donde las habitaciones recibían la luz y el aire, desde un patio central abierto, siendo las estancias más importantes, la de recepción y el comedor, aunque se podían visitar también numerosos dormitorios y zonas de servicio, como cocinas sótanos y baños, donde todas las casas tuvieron agua corriente que brotaba de unas fuentecillas, adornadas de refinados mosaicos, y cuyas paredes estaban ornamentadas de esplendidos frescos, de temática muy variados, como flores, animales, máscaras y guirnaldas, así como ciertas escenas de obras de teatro y leyendas mitológicas.

Mientras tanto, la ciudad de Éfeso junto con Halicarnaso,  fundada por colonos dorios, siendo guiados por el gigante Anteom, hijo de Poseidón y de la diosa Tierra, fue considerada como la capital de la Hexápolis Dórica, habiendo sido dos de las ciudades más ricas y populosas del mundo clásico, en donde en ambas urbes se encontraron como magnificente prueba de su tan colosal riqueza, una de las siete maravillas del mundo antiguo. La ciudad de Éfeso, se enorgullecía ufanamente de su tan grandioso Artemisión, un templo dedicado al culto de la Diosa Artemisa, erigido en el siglo VI a.C. y que posteriormente fue reconstruido con la ayuda de Alejandro Magno, y bajo el periodo bizantino, fue utilizado como una cantera de mármol para la construcción de la Basílica de Santa Sofía en Constantinopla y de la Basílica de San Juan en Selçuk.

Mientras que la excepcional fama de la ciudad de Halicarnaso, estuvo siempre relacionada con la refinada tumba del rey cario Mausolo, que se convirtió en sátrapa de Caria, hacia el año 377 a.C. convirtiéndose entonces Halicarnaso en una de las mayores potencias marítimas del mar Egeo. Al morir Mausolo, le sucedió su esposa Artemisia II, que para darle una sepultura digna, hizo erigir un grandioso monumento funerario, que pasó a la historia con el nombre de Mausoleo y fue considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo,  tan ricamente trasmutado en un tipo de mausoleo notablemente ornamentado, donde sobresalía en su rica composición un impresionante hacha compuesto de dos cabezas.

 

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