Y había pilares teñidos de rosa, y había ciertos acantilados, y había conos volcánicos, y había chimeneas de hadas y había espectaculares gargantas, mostrándose todo el Valle de Göreme, transfigurado simbólico paisaje lunar prácticamente desprovisto de arboles, en un vasto lienzo pictórico de luces cambiantes, repleto de gargantas de tonos rosa y miel, y muchas formas caprichosas formadas por conos e infinitas paredes rocosas repletas de enigmáticas oquedades, que se comunicaban secretamente entre sí, siendo en su verdadera esencia una especie de museo al aire libre, considerado como uno de los conjuntos monásticos más fascinantes de todo este volcánico y mágico entorno.

Y fueron erigidos en su mayoría desde el siglo IX, en adelante, cuyas treinta y seis iglesias, fueron edificadas en la toba volcánica, mostrando de forma tan deslumbrante unos magníficos y luminiscentes frescos bizantinos, que describían ciertas escenas del Antiguo y Nuevo Testamento, en especial escenas sobre la vida de Cristo y las excelsas obras de la vida de varios Santos. De aquella vez, estaba él serenamente situado en el térreo recinto sagrado de Tokali Kilise (Iglesia de la Hebilla), cuyo nombre provenía de una hebilla sólidamente fijada en su elevado techo, y era considerada como la más imponente e interesante de todo el núcleo de Göreme, estando  precedida de un pórtico desde el que se accedía a un nártex, que a su vez conducía a la nave principal de forma trapezoidal, con bóveda de cúpula, sostenida por cuatro poderosas columnas,  a la que más tarde se añadieron un crucero y tres ábsides,  donde tanto en la bóveda del nártex como en los muros de la nave principal, se destacaban algunos hermosos frescos pertenecientes al reinado de Nicéforo Focas, mostrando ciertas escenas de la vida de Jesús, estando icónicamente  ordenadas de forma cronológica.

Su testamentaria historia religiosa, empezaba a ser narrada por la colorida ala derecha,  siguiendo posteriormente por el ala  izquierda,  donde se daba énfasis a unos suntuosos y místicos frescos, que representaban pictóricamente la Última Cena de Cristo, la Milagrosa Multiplicación de los Panes y la Boda de Caná., habiendo aún un ciclo completo de unas  bellas imágenes, dedicadas solemnemente al purificador Bautismo de Cristo, que habían sido tomadas de los evangelios de los apóstoles San Lucas y San Mateo.

Ya llevaba él una antorcha de luz, en su dilatada, curiosa y vital mirada, para deleitarse de la etérea Anástasis (“Cristo entre dos Ángeles”), convertido gloriosamente en el eucarístico símbolo de la fiesta de Pascua, situado icónicamente en el casquete del ábside de la izquierda.

En aquel momento tan especial, daba él continuidad a su “peregrinatio”, a la zaga de tan candente luz espiritual, envuelto en una aureola de imborrable quietud de espíritu. Cambiaba él, ahora, el punto de enfoque,  siendo un peregrino de la luz que subía ciertas cúspides de inolvidables montañas mágicas, para buscar siempre la sima iluminada,  yendo montado en tan hermoso caballo, justo antes de la puesta del Sol, cuyo elegante trote le llevaría a Üchisar, realzado con su enorme promontorio de toba, perforado por infinitas y misteriosas cavidades, y que constituía uno de los lugares más fascinantes de toda Capadocia.

Y la subida a la plaza principal, ofrecía unas indescriptibles vistas panorámicas, a las que habría que añadir el precioso efecto estético, estampado en las fachadas de tan pintorescas casas, hermosamente embellecidas de originales esculturas y en lo alto afloraba el castillo de Uçhisar que regalaba a la sedienta mirada apacibles vistas de todos los valles de campos de capadocia.. Las ciudades subterráneas del Valle de Göreme, albergaban numerosas iglesias, capillas y monasterios troglodíticos, excavados en la roca, en la que se podían admirar maravillosos frescos, plasmados en la época bizantina, mejor dicho, entre los siglos V y XIV.

En su mayor parte, eran unas iglesias bizantinas de planta rectangular, que tenían una sola nave, adornadas con una bóveda de cañón y una pequeña antesala, siendo más anchas que largas, con bóvedas, transeptos y nichos con arcos de medio punto. Y los colores de los bellos frescos, pintados sobre un magnífico fondo azul, habían sido creados a base de pigmentos de origen mineral o vegetal  mezclados con agua o barro.

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