¿Porqué cada vez es más difícil que los hijos abandonen el nido y siguen viviendo con sus padres?

Actualmente, cuántas veces nos ha sorprendido en conversaciones con amigos o conocidos que muchos de ellos ya mayores de edad viven en casa de sus padres? Podría decir que hay dos grupos: Unos a quienes cada vez se les hace más difícil establecer una relación que los lleve a independizarse y otros a los que se les hace cómodo seguir viviendo bajo el techo familiar, y que ya se han casado y separado/divorciado. Esto último cada día más en aumento.

Los jóvenes que aún no se han independizado lo piensan mucho antes de salir de casa de sus padres, tal vez la comodidad de tener todo con ellos, de vivir en forma segura con la figura materna o paterna, la idea de adquirir un compromiso financiero teniendo que rentar en otro lugar, hacerse cargos de gastos de los que tal vez nunca se han dado cuenta (o no se han querido dar cuenta) que hay en casa, etc.

Tal vez esto se debe a una educación sobreprotectora por parte de los padres a quienes les resulta más fácil seguirlos manteniendo, y prefieren ser ellos quienes sigan llevando los gastos de la casa a dejar que su hijo o  hija se vayan si no hay una razón poderosa de por medio, tal vez el casamiento o la unión con otra persona.

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Actualmente hay gran cantidad de hombres que ya han terminado la profesional y sin embargo siguen en casa de los padres pensando aún cuán va a ser su futuro, y sin embargo la mujer es más proclive a empezar una vida ya independiente.

Existe un fenómeno que cada día aumenta en forma considerable, que es el de los hijos/hijas que ya se habían independizado y cuando la relación ha terminado regresan de nuevo a la casa paterna, aún con hijos o incluso siguiendo con la relación, pero cada quien en su casa.

Esta parte permisiva por parte de los padres en fundamental para que estas generaciones de hijos eviten dejar el nido, ya que por nada quieren perder esa sensación de bienestar a cambio de más responsabilidades para ellos solos.

Es muy importante para una buena salud mental y excelentes relaciones padres-hijos, que los padres comprendan que cuando los hijos se independizan empieza  un proceso de gran importancia por lo desafíos que esta decisión conlleva, ya que el seguir dependiendo económicamente de los padres puede interferir con el crecimiento psicológico de los jóvenes, y eso evita el crecimiento hacia una adultez sana.

Sin embargo, pareciera que los padres no quieren darse cuenta que cuando los hijos llegan a los veinte han llegado a una etapa que trae consigo muchas nuevas propuestas y desafíos que probarán al joven lo fuerte y capaz que es de conseguir lo que busca. Una vez terminada la universidad o el estudio que esté realizando, es importante que los padres lo animen a tomarse un tiempo para buscar un trabajo que le resuelva la mayoría de sus necesidades.

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Hay madres que tienen una necesidad enfermiza de estar al pendiente de los hijos que ya en los 30 siguen viviendo en casa, no los dejan ir y se ponen mil excusas, y la única realidad es que son ellas las que tienen miedo a quedarse solas, excusándose en que su mayor temor es que su hijo no sepa vivir solo, que algo malo le va a suceder, que se va a tirar al vicio, etc. Y prefiere seguir manteniendo al hijo, incluso dándole todas las comodidades a costa de su propio bienestar.

A veces es necesario hacer labor de convencimiento hacia los hijos y recordarles  que se aprende intentando y probando los límites que se tienen, enfocarse en las metas y que lo que se busca es legítimo para poder establecerse en el futuro… Como lo expresa un dicho muy sabio: “Es la ley de la vida” y es necesario hacer que se cumpla, y ¿de qué manera?  Cuando los hijos se independizan y dejan el hogar familiar.

Ahora bien, para los padres que han dedicado todas sus energías al cuidado de los hijos y no se preparan mentalmente para este cambio, muchos de ellos son más proclives a padecer lo que llaman “El síndrome del nido vacío”, un problema que se puede prevenir y superar. Los sentimientos de soledad, tristeza y vacío que origina no duran para siempre si se siguen los pasos adecuados.

Este sentimiento de malestar y soledad nace en los padres cuando uno o más hijos se van de casa, ya sea para ir a estudiar a la universidad o para simplemente emanciparse.

Este síndrome afecta sobre todo a las madres, que suelen ser más dependientes, en la mayoría de los casos las que no trabajan y se han dedicado exclusivamente al hogar y cuidado de los hijos, se ven a sí mismas sin objetivos, obligaciones o utilidad una vez que los hijos abandonan el hogar: tienen pocas aficiones, lo cual puede convertirse en un verdadero problema si no aceptan que un hijo se independice y acepten que esta decisión es la base de un bienestar para su vida futura.

Los sentimientos que afloran con el “Síndrome del nido vacío” son varios; los padres se sienten solos, tristes, preocupados y con cierto nivel de ansiedad. Pero puede ayudar mucho pensar que la independencia económica de los jóvenes es un gran paso para su independencia emocional. Es de vital importancia que a una determinada edad, hayan terminado o no de estudiar,  los hijos empiecen a fijarse metas y a producir su propio dinero, esto les ayudará a sentirse que son útiles para lanzarse como adultos en el mundo y por supuesto los padres se sentirán orgullosos de haber ayudado a volar a “su pichoncito”.

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