Leticia en el Amazonas es un destino ideal para los amantes del turismo ecológico y de aventura, debido a que su ecosistema, además de ser abundante en biodiversidad, resulta ideal para hacer actividades como senderismo, escalada de árboles, rappel, kayak y canopy.

Las actividades de aventura encuentran buenos planes en los lagos de Yahuarcaca, en el municipio de Leticia, que pueden navegarse en kayak por la selva mientras en las orillas desfilan árboles de caucho y cedro rojo; garzas, águilas, gavilanes y monos que cautivan las miradas de los visitantes que han llegado en busca de la victoria regia, el loto más grande del mundo. En otros lagos, como Tarapoto, a dos kilómetros de Puerto Nariño, suelen aparecer delfines grises y rosados.

La riqueza biológica de la Amazonia se complementa con sus tesoros culturales. Por ejemplo, la comunidad de Altamira se destaca por sus senderos naturales que se pueden recorrer para observar perezosos; en tanto que en Puerto Nariño los viajeros tienen la posibilidad de navegar en bote por el lago Tarapoto, donde se avistan delfines rosados.

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Este cuerpo de agua es el lugar donde los turistas pueden ver con mayor facilidad a los delfines rosados, una especie cuyo origen le atribuye una leyenda indígena a la envidia que los dioses tribales sintieron a causa de la belleza de un indio a quien transformaron en delfín. En los alrededores de este sitio se pueden hacer caminatas por senderos en los que es muy fácil avistar aves.

El Amazonas es un destino ideal para los amantes del turismo ecológico y de aventura, debido a que su ecosistema, además de ser abundante en biodiversidad, resulta ideal para hacer actividades como senderismo, escalada de árboles, rappel, kayak y canopy.

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Se encuentran buenos planes en los lagos de Yahuarcaca, en el municipio de Leticia, que pueden navegarse en kayak por la selva mientras en las orillas desfilan árboles de caucho y cedro rojo; garzas, águilas, gavilanes y monos que cautivan las miradas de los visitantes que han llegado en busca de la victoria regia, el loto más grande del mundo. En otros lagos, como Tarapoto, a dos kilómetros de Puerto Nariño, suelen aparecer delfines grises y rosados.

La riqueza biológica de la Amazonia se complementa con sus tesoros culturales. Por ejemplo, la comunidad de Altamira se destaca por sus senderos naturales que se pueden recorrer para observar perezosos; en tanto que en Puerto Nariño los viajeros tienen la posibilidad de navegar en bote por el lago Tarapoto, donde se avistan delfines rosados.

Este cuerpo de agua es el lugar donde los turistas pueden ver con mayor facilidad a los delfines rosados, una especie cuyo origen le atribuye una leyenda indígena a la envidia que los dioses tribales sintieron a causa de la belleza de un indio a quien transformaron en delfín. En los alrededores de este sitio se pueden hacer caminatas por senderos en los que es muy fácil avistar aves.

Es el hogar de guacamayas, tucanes, lagartos azules, primates como el mono araña y muchas especies más. De acuerdo con WWF Colombia (World Wildlife Fund – Fondo Mundial para la Naturaleza), en esta parte del país se han registrado 674 especies de aves, 158 de anfibios, 195 de reptiles, 212 de mamíferos, 753 de peces y más de 6.300 clases diferentes de plantas.

Esta diversidad es el principal atractivo para que al Amazonas lleguen viajeros de todo el mundo a observar especies que son exóticas en otras latitudes, entre ellas la anaconda y la rana de cristal.

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Su oferta gastronómica, basada en productos que no se encuentran en otras partes es notable. Uno de ellos es el pirarucú, un pez que puede llegar a superar los tres metros de largo y alcanzar los 200 kilos de peso.

Se suman los sabores dulces, ácidos y refrescantes de frutas como el arazá, con el que se hace un postre delicioso; y el copoazú, que tiene un sabor similar al del maracuyá.

No pueden faltar la patarasca, una combinación de filetes de dorado y pintadillo que se cocinan en hojas de plátano con ajo, pimentón y cebolla; tampoco, para los más arriesgados a sabores nuevos, el mojojoy, un gusano blanco que los indígenas se comen vivo y que también se sirve frito y asado.

Un clásico de la zona es la gamitana, un pez de hasta 30 kilos que se sirve con patacones y fariña (harina de yuca). A los platos suele agregárseles tucupí, una salsa negra elaborada con picante que resulta del líquido extraído de la yuca brava. Por su parte, la llamada ‘arepa de la selva’ es el casabe, que se prepara a base de yuca.

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Una tradición muy querida en esta parte de Colombia es el Festival Internacional de Música Popular Amazonense ‘El Pirarucú de Oro’, que fue creado en 1987 y sobresale por haberse convertido en un encuentro en el que cada año, en noviembre, se unen la música, la cultura y las tradiciones de la región.

 

Vale la pena leer y visitar sobre el impredecible y fantastico Amazonas.

*Consulta diario El Tiempo

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