La historia de la literatura está llena de escritores que recurrieron al whisky y otros licores con absoluta dedicación, que sacaba el demonio que tenían dentro.

Veamos algunos de estos Escritores Destilados :
“Francis Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway, el dramaturgo Tennessee Williams, John Cheveer, Raymond Carver, Truman Capote, Charles Bukowski, el último escritor maldito de la literatura norteamericana, que todos los días, religiosamente, se bebía una caja decerveza y una botella de whisky o de vino barato; James Ellroy, maestro de la novela negra; Jack London, el autor de ‘El llamado de la selva’ y que, entre otras cosas, escribió una novela autobiográfica sobre un alcohólico. O William Faulkner, que no bebía mientras escribía, sino cuando terminaba de escribir una de sus novelas. John Fante y su hijo Dan, ambos apasionados de la escritura y de la borrachera”.

Dorothy Parker, la irónica y mordaz cronista americana, habitual columnista de revistas como ‘Vanity Fair’ y ‘The New Yorker’, era famosa por su consumo de martinis y murió en la habitación de un hotel a la edad de 74 años, acompañada de su perro y de una botella de whisky escocés. La inquietante Patricia Highsmith, autora de las más violentas novelas del género negro, mantenía una botella de vodka sobre su mesa de noche. La hermosa y talentosa Lucía Berlin, autora de brillantes relatos y cuentos, tuvo una vida azarosa y fallida en sus relaciones sentimentales, (Se casó tres veces), y se abrazó al alcohol para huir de la crudeza de la vida diaria.

El tequila es una pálida llama que atraviesa los muros y vuela sobre los tejados como alivio a la desesperanza”, Álvaro Mutis
El colombiano Mutis fue un gran bebedor; su poema sobre el tequila tiene tanta belleza que para leerlo como se debe –o para hacerlo como se bebe la gran literatura– hay que tener una copa, o una botella de Jimador o de Herradura reposado, para disfrutarlo hasta la última gota.

‘Jumma de Maqroll el Gaviero, una lectura etílica’. “Maqroll salpicado de trago por todos lados. En ‘La última escala del Tramp Steamer’, que es un barco muy antiguo, destruido, el capitán le cuenta a Maqroll toda esa novela entre tragos de vodka y jugo de pera”. Mutis siempre reniega del aguardiente, que considera un trago que disuelve los sesos, como escribe en algún lugar. Con la excepción del Arak, que es una forma de aguardiente, y que es el único que salva de todos los de su tipo. El vodka, por otro lado, es un trago que permite la intimidad de sus personajes. Recordemos que Maqroll se pega una jincha con Obregón, que compara el ron Tres Esquinas, ‘Un tanto a la ligera’, con el vodka. En cambio, el whisky, para él, es un trago social, de beber con los amigos, de tener borracheras grandilocuentes y exaltadas. De conversaciones profundas, mamadera de gallo y delirios.

 

Sobre el Nobel Colombiano Gabriel García Márquez, se conoce muy bebedor de Ron, así como sus protagonistas de Cien Años de Soledad. La Fabrica de Licores de Antioquia ha creado el “Ron Maestro Gabo” en su honor.

Otro escritor colombiano, Santiago Gamboa, afirma que sus personajes suelen concluir que la vida es demasiado áspera y compleja sin un trago. “‘Esto a palo seco es muy duro’, dicen muchos”.
“En ‘Plegarias nocturnas’, por ejemplo, el cónsul y una diplomática mexicana están siempre por servirse un trago de gin, lo mismo que en ‘Será larga la noche’ y en ‘Colombian Psycho’, donde Julieta, la investigadora amante de la ginebra, podría haber escrito una crónica paralela llamada: ‘Diez días que estremecieron a Bombay Sapphire’. Silänpa, el de ‘Perder es cuestión de método’, es un bebedor de whisky despechado, y en ‘El síndrome de Ulises’ los personajes, cuando se les acaba el licor, disuelven el dentífrico en agua para emborracharse”, recuerda el autor bogotano.

Continuará …

 

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