Tengo que hacer algo con mi vida

Tengo que hacer algo con mi vida

La Navidad solo me recuerda algo, que tengo cientos de regalos que hacer, comprar la nueva casa de Dalí, mi gata, desarmar los armarios para eliminar toda la basura acumulada del año, asistir a todas las fiestas y eventos sociales donde no puedo negarme a comer, y claro dar las eternas explicaciones de porqué sigo estando soltera y hablar de lo feliz que me siento con mis 5 kilos de más.

Hace 2 años que finalizó mi última relación, la única que he tenido, la peor que he tenido. Salía con el prototipo de hombre perfecto, talentoso, guapo, inteligente e infiel, sobre todo eso último sí que me lo hizo saber muy pronto, pero como soy de las que cree que puede cambiar el mundo y las personas, durante 3 años me propuse en cambiar a Lorenzo. Creía que pasaría el resto de mi vida junto a él, viviendo del amor y de los dulces besos que me daba, que también compartía con Sabrina, mi mejor amiga. Ahora cada vez que abro el Facebook no puedo evitar sentirme mal al ver  las fotos de sus viajes, de su nueva mascota y de la vida tan plena que llevan, no puedo creer que el “devorador carnívoro” haya cambiado, a lo mejor los efectos de mis terapias llegaron tarde e hice todo el camino para mi mejor amiga disfrutara de él, esto si es cambiar el mundo.

Dejé de sentirme mal y vivir de los recuerdos del pasado, mi madre me tiene angustiada con esto de que el tren me va dejar, así que antes que me deje he decidido darme una última oportunidad y subirme en el último vagón del año, no importa que ese vagón este un poco oxidado y las ruedas rechinen un poco, hay que darse la oportunidad de conocer nuevas personas, aunque esa nueva persona sea “El Enano”.

Tengo que hacer algo con mi vida

Tengo que hacer algo con mi vida

El Enano trabaja conmigo en la agencia de viajes, es administrativo, vive con su madre y lo único interesante que hace es que ya ha pasado los últimos niveles de Final Fantasy XV, se emociona cuando me cuenta cuantos zombis ha matado y los puntos que lleva acumulado, no le gusta el deporte, la vida social, la cultura y le aburre el cine. Sin embargo, como soy insistente y nunca me doy por vencida, he querido dar una oportunidad y hemos quedado para ir al cine, la película, cualquiera le iba bien, el solo se preocupó por atiborrarse de palomitas y tirar la gaseosa encima de mi bolso, eso sin contar con el continuo parloteo y susurro en mi oído con comentarios inusuales e innecesarios sobre la película, fueron las dos peores horas de mi vida, quería salir corriendo y no tener que volver a verle en mi vida, el error es que lo tengo  a solo dos puestos en mi oficina, y aunque intentara evadirlo, tendría su penetrante mirada con su gesto seductor de gigoló de los ochentas todos los días, pero ahora mismo no quería pensar en lo que vendría y si más bien en cómo salir invicta de esta cita. Tenía que evitar que mis compañeros de la oficina supieran mi grado de desespero al que había llegado.

Saliendo del teatro me encontré con dos compañeras del trabajo, quería que la tierra me tragara, por más que intenté evadirlas y hacerme la de la vista gorda para que no me vieran, el Enano se encargó de llamar la atención con un ataque de estornudos, faltaba mencionar su terrible alergia, todos automáticamente se giraron y allí estaba yo en la mitad de todo como un hermoso centro de mesa. ¿Qué me invento? ¿Hay alguna excusa para estos casos? Porque en estos momentos son en los que necesitas replantear tantas cosas y hacerte la pregunta ¿Qué estoy haciendo con mi vida?

Ahora todos los días el romanticismo del Enano se ha elevado al 100%, mi reputación ha bajado un 50% y mi madre sigue pensado que a lo mejor mi problema es que no he querido aceptar mi condición sexual.  Por lo menos me alegra saber que ya no tengo la prisa que me deje el tren de este año, tengo 33 años y no soy una mujer vieja, debo pensar que a lo mejor estaré sola un tiempo y esperaré que me trae el nuevo año, por lo pronto, seguiré organizando mis armarios, poniendo todos mis zapatos en orden de compra, y solicitando una doble pantalla de ordenador para evitar el acoso al que me he visto sometida con el Enano.

 

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