Ayer le volví a ver sentado en ese banco sucio y roto, que hace esquina con la calle oscura y triste; pues pocas son las personas que en ella se encuentran.

Como todos los días tenía un periódico sucio y roto con el que juega a echar miradas a un lado y a otro, pero en cuanto se siente observado se esconde tras el periódico. Ese que siempre le da noticias a veces tristes, otras alegres he incluso algunas melancólicas.

Se esconde porque no le gusta que le vean con esa cara triste y desfallecida, por no tener donde caerse muerto. Aunque viste bien, allí pasa muchas horas en el banco sentado. Parece un mimo por los pocos movimientos que consigue hacer.

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