Colombia se desangra ante la nueva oleada de asesinatos a líderes sociales en todo el país sumando más de 313 casos en los últimos días y el gobierno actual de Iván Duque sigue sin pronunciarse. Se activa el paramilitarismo, el desplazamiento, la obstrucción de la democracia, la mutilación de la libertad, el atropello a los pueblos, el desplazamiento forzado, las amenazas a educadores, el miedo, el terror, la pobreza, y la corrupción se acomoda en el sillón presidencial preparando el escenario para tapar el mayor genocidio cometido en la historia del país: 10 mil casos de falsos positivos.

 

Estuvimos cerca de creer que la historia de Colombia daría un vuelco y el pueblo inocente y cansado de la guerra optaría por una lección para desmontar a sus gobernantes corruptos que han desangrado el país en los últimos 50 años, familias perpetuadas en el poder que mancharon sus nombres en los escándalos más aterradores de parapolítica, narcotráfico y corrupción. Todos regresan al trono del poder y la cara oscura del uribismo en su cabeza.

 

Es quizás una hipótesis afirmar que al igual que en Venezuela las elecciones en Colombia fueron un fraude, a la hora de haber cerrado las urnas, los medios de comunicación, criticados fuertemente por su postura y desinformación durante los debates presidenciales, anunciaban la victoria de Iván Duque por el Centro Democrático como gran triunfador con 11 millones de votos  por encima de los 8 millones que habría logrado el partido de la Colombia Humana liderado por el hoy líder opositor Gustavo Petro.

 

 

“Un escenario diferente se dibujaba en la Colombia esperanzadora que ya hoy algunos miran con tristeza y con una voz desalentadora”

 

El uribismo llegó con fuerza, audacia y rapidez, en la primera semana movilizaciones de campesinos en los departamentos de Boyacá y Huila se hicieron presentes para evitar que maquinarias de multinacionales extranjeras entraran a sus tierras para empezar a ejecutar el famoso fracking que ha dejado como consecuencia la sequía de ríos y yacimientos en varias comunidades en territorios nacionales. El gobierno actuó con mano dura sin importar lo que se hubiese consultado y pasó por encima de sus comunidades.

El panorama de corrupción no se hizo esperar más y casos de compra de votos y fraude fueron revelados por el fiscal Néstor Humberto Martínez desde la primera vuelta en su cuenta de Twitter publicó: “Hemos descubierto una verdadera empresa, una organización criminal dedicada a la compra de votos con organigramas, manuales de funciones. El país va a quedar escandalizado cuando se conozca –y no lo haré sino después de la segunda vuelta para que no digan que estoy interviniendo en política– la dimensión de la corrupción electoral, nauseabunda”, afirmó Néstor Humberto Morales.

 

 

El Centro Democrático lideró los escándalos de corrupción por compra de votos con las  congresistas María Fernanda  Cabal  y Margarita Restrepo que al día de hoy siguen sin aclararse.

 

Pero las alertas continuaron y la indignación se tomó las calles para protestar ante la oleada de terror que ha venido sufriendo todo el país por la muerte de los más de 500 líderes sociales y precursores de los derechos humanos que han sido asesinados desde la firma del acuerdo de paz en Colombia, este año van 150 y cada día aparecen nuevos casos.

La última semana el caso escabroso de los 7 campesinos que fueron torturados y asesinados cruelmente en la vereda de “El mango” y “El Sinaí” en el departamento del Cauca fue el inicio de la temporada de terror, cada día se ha venido reportando un caso más de asesinato a líderes sociales o representantes de la campaña Colombia Humana de Gustavo Petro. Todos según las autoridades hacen parte de grupos insurgentes y delincuentes. ¿Volvimos con los falsos positivos? nuevamente la muerte de inocentes justificando la lucha de poder de la derecha extrema?

El miedo a hablar, opinar y pensar diferente se vuelve un riesgo para vivir en Colombia, la injustificada oleada terrorista y marcada por un gobierno que impone sus reglas y que se blinda con el velo corrupto y mezquino triunfa sobre el pueblo y una paz que se pierde y se aleja de los tratados hechos por el gobierno saliente de Juan Manuel Santos.

Hoy los colombianos salen a pedir paz, a encender una vela para que cesen los homicidios, a exigir justicia social, a luchar para que las víctimas no queden impugnes y que los crímenes como los 10 mil falsos positivos perpetuados durante el gobierno de Álvaro Uribe no se pierdan en el tiempo, tenemos fe que la ley aunque coja y muda no sea mutilada y maniobrada por el aparato bélico que tanto daño ha venido generando al país, hoy queremos justicia y que las investigaciones que organismos internacionales adelantan para destapar la olla del uribismo logre hacerlo y traer de Nuevo esa paz y la esperanza para el país cafetero.

 

Alejo Correa

 

 

 

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