Una atenta invitación

¿El término zona de confort te suena conocido?, ¿Has vivido o estado en esta zona?, ¿Por cuánto tiempo? ¿Sigues ahí sin saber qué hacer? Pues te diré que tarde o temprano a todos nos pasa, no queremos salir de ella por miedo a enfrentar nuestros propios obstáculos, por miedo a los cambios, sufrimos de ansiedad, de depresión, de angustia, de preocupaciones, de estrés y nuestros pensamientos cada vez se acostumbran más a recibir lo negativo, el “no puedo”, el “¿Y si me arriesgo y no resulta?”, ¿Qué dirán los demás?, “¿Y si fracaso?”… Son miedos que nosotros mismos alimentamos y que pueden destruir el mundo interior de cualquier persona.

Y sí, yo quiero tomar todas las oportunidades que se me presenten en la vida, quiero cumplir mis sueños pero a veces me pregunto: ¿Qué tan débil soy?, ¿Qué tan temerosa soy?, ¿Qué tan valiente soy?…

Y sobre éstos tres puntos nace mi invitación:

1) Nuestra verdadera vida no consiste de eventos exteriores sino de estados interiores.

2) El nivel de SER de un hombre atrae su vida.

3) Lo que es responsable es el nivel de SER de la gente.

Las partes negativas de los centros NO PUEDEN CREAR cosa alguna, cuando la gente trata de trabajar de una manera triste, negativa, pesada, sólo consigue que su estado interior sea peor de lo que es.

¡Es un pecado no hacer nada!

¿Acaso prestamos atención al trabajo? Este trabajo nos va a liberar de mucho día a día, ya bastante tenemos con vivir tiempos en donde la violencia, el caos, el hartazgo, los asesinatos, ¡a guerra son el pan de cada día! No es sencillo, ¡claro que no! Pero si estamos atentos a hacer elTRABAJO DIARIO, a cuidar la forma en que reaccionamos a todas y cada una de las eventualidades que nos suceden a diario, si abrimos los ojos del alma, despertamos, podremos sentir esa transformación.

Así que te invito en todo momento a mantener una clara actitud interior hacia ese camino que en este momento estás recorriendo.

Tenemos que observarnos y separarnos de nuestras emociones negativas en medio de todas las heridas y sin sabores de la vida cotidiana.

“El precio de la grandeza es la responsabilidad sobre cada uno de tus pensamientos”
Winston Churchill.