Me encuentro finalizando mi primera novela, una obra llena de recuerdos, sentimientos y casualidades, se desarrolla en el sur Francia, Colombia y España durante la década de los 70`s. Ángela, una escritora catalana que vive en Cartagena de Indias (Colombia) desde hace varios años, acaba de perder todos los escritos de su nueva novela, desilusionada, decide emprender un viaje con su mejor amiga para reencontrase con su pasado y su familia, la que dejó de ver desde hace 40 años cuando visitó por primera vez el Château, lugar en donde su tío y familia eran los capataces de la enigmática Condesa octogenaria que está a punto de llegar de Marsella donde vive, para pasar el verano hasta mediados de septiembre, justo cuando comienza la vendimia.

 

El Château, tres viajes en el tiempo

El Château, tres viajes en el tiempo

Lo que me llevó a iniciar este viaje…

Hace falta muchos años para dejar de ser niño, pero al final la vida te lleva a ello.

 

Maravillosamente la vida te sorprende y te devuelve allí, a aquel tiempo en que las sensaciones los sentimientos y los signos estaban a flor de piel, donde la intuición y las ganas de aventura nos hacían levantarnos cada día con la impresión de que el día era muy largo, y existía solo para la aventura, para el misterio y para el juego. Días que cargábamos de risas y éramos sin ningún reparo tal como éramos sin titubear y con la cabeza bien alta.

 

Esto es lo que pasó con esta historia. La vida de una mujer madura fue sorprendida de manera casual y en un episodio medio sórdido de su vida, por el recuerdo de un fragmento de su niñez, a sus 9 años. Fueron unas vacaciones en el maravilloso entorno del Midi Francés, en un entorno rodeado de aromas de vino, una campiña llena de viñedos, en la casa de unos tíos y una familia recién recuperada, y… para colmo en un castillo, el Château perteneciente a una anciana condesa, un Château lleno de misterio y de magia, del cual ese recién estrenado tío era su capataz, y de un sueño que se repetía y que compartía con André un amiguito con el que recorría  en bici aquel Château con su Rio Hérauld, y la campiña que lo bordeaba. Ese niño con el que compartiría juegos, fantasías, risas y … hasta un secreto.

 

 

El Château, tres viajes en el tiempo

El Château, tres viajes en el tiempo

Pasan los años y esa niña, Ángela, es ahora escritora. Ese recuerdo, resurge en ella haciéndole sentir la necesidad de escribirlo convirtiéndolo en su nuevo proyecto: un largometraje. Plasma así esa inocencia, ese bello lugar, esa magia. Y…  es ahí donde comienza a surgir de nuevo la magia haciéndola regresar “por casualidad” a ese lugar y devolviendo la fantasía a su mente, creando personajes y situaciones que, si bien existieron o no, en la manera en que los va narrando, forman parte de un mundo que ya es real en su cabeza. Siente la necesidad de transmitir, que la magia sigue existiendo, y que confiar en ella y hacer caso a las señales que dejaste de atender con el paso de los años, la hace resurgir.  Y aunque el tiempo haya deteriorado escenarios, hecho desaparecer a gente y maltratado vidas, esa mujer, yo, recuperé las ganas de contar al mundo lo que fue ser niña en ese lugar y a querer plasmarlo en una película llena de belleza, sencillez, de intriga, magia, amor, dolor, sueños y pasiones.   Y con ese entusiasmo se volvió a producir magia y más magia y todo volvió a cambiar y todo resurge de nuevo, y algunos misterios del ayer se resuelven, pero también quedan muchos por resolver. Y el no ser resueltos forma parte de la magia, la incertidumbre maravillosa, el misterio que hace que el tiempo sea un túnel desconocido al que volvemos con el recuerdo, con los sueños y a veces con personas que aparecen en nuestro presente y que sabes, que forman parte de ese pasado, aunque las acabes de conocer, y que son la vía por la cual consigues llevar a cabo todos tus proyectos.

Solo por devolver la fe y la confianza a todos esos niños y niñas de 50 en que siguen siendo niños y que las casualidades y señales que la vida te ofrece merecen ser captadas. Solo por abrir esa brecha a la esperanza de que, de hoy para hoy, todo puede cambiar, me merece la pena rodar esta historia.

Recrear esos años 70 en la campiña francesa y a una familia española bajo gobierno franquista, forma parte de restaurar la memoria histórica de mi familia reflejo de tantas otras.

 

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