Ciudad y mujer en una metáfora que recorre todo el libro. Un paisaje que toca —de soslayo— la figura del padre, la piel de quien hace poco se hizo a un viaje y no ha terminado de marcharse. Entonces, la ciudad también es esa memoria, ese dolor leve pero hondo, pegado a la imagen de Hipatia, la que aún respira en el cuadro de Rafael Sanzio, la de la Alejandría culta que le permitió ser la primera mujer matemática de la historia.
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