Imagina que recibes por herencia una empresa, una empresa con gran potencial, una empresa que da de comer a miles de familias, una empresa donde vas a quedarte de por vida y donde posiblemente trabajen tus hijos y tus nietos, la única condición para recibir esta jugosa herencia es que tú no puedes dirigirla, necesitas contratar a un Director General, o en el argot actual a un CEO.
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