Cualquier mexicano conoce el estereotipo de las madres mexicanas: sufridas, hacen todo por sus “criaturas”, cocinan delicioso, son las abuelas perfectas, no sólo le planchan la ropa a sus hijos, sino que hasta la almidonan porque su “niño” debe estar siempre presentable, y cuando el “niño” se casa, no les gusta la nuera pero la soportan por el bien de su hijito.
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