Corría el año de 1949, yo estaba cumpliendo los 16. Regresábamos mi padre y yo a nuestra casa en Pachuca, Hgo., México. Recuerdo que acababa de pasar la gran inundación que arrasó con media ciudad, llevándose coches, casas, y a los presos que estaban encerrados en la única cárcel que existía en esta población.
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