Inhalándose-exhalándose, nuestro entrañable personaje “El Perro de la Luna”, tomaba un cierto respiro, para escuchar después el propio silencio, pero el constante susurro de un riachuelo, que brotaba de tan hondas entrañas de la montaña de los Rodeos, le impedía de forma natural, la total consumación de este infinito y balsámico deseo primordial
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