Aprendí a escuchar el silencio a valorar los sonidos de un anochecer incierto a contemplar el vuelo de las aves en los cielos a entender el mundo, a callar sin miedo.

Aprendí que el silencio es también respeto a transitar en calma los senderos del tiempo que se puede hablar sin hacerlo.

Aprendí que en el silencio, las sonrisas cobran más vuelo, que el amor no necesita de palabras, que el dolor necesita un rincón desierto.

Aprendí a comprender que el silencio es tan importante como el calor del sol en el invierno, que en el silencio, uno escucha la voz de Dios que guía tus pensamientos.

 

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