La tarde comenzaba a caer sorprendida sobre Washington D.C., la capital de los Estados Unidos de América lucía convulsa entre la esperanza, la decepción, el miedo y la intriga.

Jâgermeister

Jâgermeister

Jeff levantó la cabeza despacio, sentía un dolor vacío en cada uno de los movimientos que le impedía recordar donde estaba y los acontecimientos previos a su estado, buscó en su alrededor y allí a pocos metros suyos estaba el amigo y socio de siempre, Brett; se incorporó, miró incrédulo las aguas del río que corrían ausentes a los acontecimientos de la ciudad que por siglos ha acompañado, sintiendo irse el mundo llegó hasta donde su compañero y le dio un suave puntapié, –what´s going on?-, preguntó en su inglés sureño Brett, -¿dónde estamos?-, respondió Jeff con otra pregunta, –bebiste mucho esa mierda, fumaste tanta hierba hasta olvidar que estamos en nuestra capital, en la juramentación de nuestro presidente-, dijo Brett en su inconfundible inglés.

Ambos habían  llegado un día antes a la ciudad para cumplir la promesa  hecha a la medianoche en  su casa en las afueras de Shirley en Arkansas debido a la felicidad por el triunfo de Trump, ambos eran granjeros asociados en una mediana granja a quienes les había calado el discurso nacionalista y proteccionista del candidato republicano, no les importó el rechazo de la cúpula del partido al magnate, el hombre prometía volver a hacer su América grande y eso era lo más importante e imprescindible en el ideario colectivo de pequeños empresarios rurales, el día de las elecciones a pesar que tenían los pronósticos en  contra, ellos mantenían viva la esperanza que sus conciudadanos serían iluminados por fuerzas superiores, se fueron a casa de Jeff a seguir los resultados por la televisión que en horas de la noche sorprendía al mundo con los datos mostrados de cada Estado de la unión, -esto es irreversible,  Mr Trump, es el nuevo presidente de los Estados Unidos de América-, dijo Jeff emocionado cerca de la media noche, -de acuerdo debemos hacer algo grandioso para celebrar-, reaccionó Brett frotándose su cabeza rubia y rizada, -bien, bien, se me ocurre, se me ocurre-, dijo Jeff, –para empezar debemos ir a DC a su investidura, pues allí comienza nuestra nueva América-  Brett lo miró despabilado, nunca habían estado en la capital de su país y esa era una oportunidad para visitar el Memorial a los Veteranos de la Guerra de Corea entre los que estaba su abuelo, un sureño que se enroló en el ejército y que murió en una redada siendo joven dejando a su dos niños pequeños, visitar Washington DC era una ocasión para recordar su nombre y colocar rosas blancas en el panteón de los héroes, -me  parece una perfecta idea, así logramos hacer mucho en esa ciudad-, terminó diciendo Brett; ambos granjeros se quedaron hasta la madrugada contentos que su partido lograba el mayor número de delegados en el colegio electoral  que elegiría a Donald Trumpt como el nuevo presidente  del país de Abrahan Lincoln.

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Un día antes de la toma de posesión los dos granjeros sureños estaban bajando del avión que los había llevado desde su natal Estado de Arkansas hasta el aeropuerto John F. Kennedy en Washington D.C; se hospedaron en un modesto hotel  a pocas cuadras de la Casa Blanca. Una recepcionista de raza negra los atendió educada, después de  hacer el registro correspondiente la joven les entregó la tarjeta de la habitación asignada junto a un mapa de la ciudad, -son sureños, por el acento- balbuceó la mujer a su compañero.

Luego de darse una ducha por separado los dos hombres salieron a vagar, llevaron consigo la guitarra que portaban en una maleta junto al mapa entregado, -debemos ir al memorial en honor a los Veteranos de la Guerra de Corea-, dijo Brett, -allá vamos-, reaccionó Jeff con el mapa abierto, caminando llegaron a ese lugar; Brett buscó entre sus bolsas una foto del abuelo, -aquí esta-, dijo emocionado, en la parte inferior de la lápida colocó el arreglo de rosas blancas que había llevado,  -en tu nombre abuelo, tendremos un gran país-, dijo.

Jâgermeister

Jâgermeiste

Salieron y comenzaron a caminar de monumento en monumento deslumbrados por la belleza de la ciudad; entraron a una tienda de  licores y compraron un licor exótico que nunca habían tomado; Jâgermeister, Original From Sajonia, decía en la etiqueta, ordenaron varias botellas, el dependiente los miró incrédulos. –Vamos a caminar a orillas del Potomac-, invitó Jeff a su amigo, -vamos y cantamos allí como en nuestros ranchos-, respondió Brett, llegaron hasta el río y comenzaron a caminar por la orilla extasiados, se sentaron bajo unos árboles copados, la tarde había empezado a caer, Brett destapó la botella de  Jâgermeister e invitó un trago a su amigo,-es exquisito-, dijo Jeff alucinado, extrajo un cigarro y comenzó a fumar; Brett sacó su guitarra y cantó una canción country de las que interpretan en sus ranchos, Jeff dio otro sorbo al segundo toque y echó segunda al  socio en la canción. Allí estuvieron los amigos cantando country, fumando hierba y bebiendo Jâgermeister a orillas del Potomac hasta fondear sin darse cuenta que debían regresar al hotel.

-Debemos ir a las celebraciones de investidura de nuestro presidente-, dijo Jeff,   -vamos, a eso vinimos-,  respondió Brett, en el momento que se incorporó mirando hacia todos lados. Salieron a la calle,  iniciaron a caminar de forma apresurada, hicieron un alto en su ruta para entrar a un restaurante y comprar algo para comer, allí estaba un programa de la televisión que hacía un resumen de la juramentación del presidente de Estados Unidos y los acontecimientos conexos durante el día, Brett y Jeff abrieron la boca con los ojos desmesurados, –Mr. Trump ya juró como presidente y nosotros ni nos enteramos por ese maldito Jâgermeister-, dijo Jeff; la mesera que estaba frente a ellos con el menú  en las manos los miró sin poder evitar la risa, ellos no pudieron contenerse, un salto misterioso apareció en su corazón  y salieron corriendo con rumbo desconocido.

 

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