Mire a Dios

En el ojo de una nube,

Me preguntó por las luchas perdidas

Y los gritos ahogados de la inocencia.

Callé ante el silencio de una copa vacía

Donde se brinda el sufrimiento de un pueblo roído

Y el sacrificio en vano de un ideal.

 

Debí cruzar la sombra y salir.

 

Y allí, sola envuelta y majestuosa

Estaba la niebla enredándose en la montaña

Llevando los sueños rotos

y las ilusiones teñidas

de tantos niños sin voz.

Una brisa fría cubría todo el cuerpo;

El cielo lucía cubierto  de gris

Y por la calle unas almas caminaban

Con la mirada caída

En el umbral de la inconciencia.

Busqué en mi interior

Y allí estaba el ojo

Clavado en el baúl de mí conciencia.

 

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