Imposible sustraerse a lo ocurrido el pasado sábado en Estados Unidos y varios países del mundo: La Marcha de las Mujeres, que fue, por decir lo menos, una movilización  impresionante, alentadora y motivadora.

Impresionante porque fue la marcha más numerosa que se ha visto a lo largo de la historia de Estados Unidos, donde reunió a 2.9 millones – algunas fuentes señalan hasta 4 millones – de mujeres en Washington D.C. y más de 500 ciudades de la Unión Americana, para alzar la voz en defensa de la igualdad de derechos para las mujeres. Impresionante porque participaron mujeres de todos los estratos sociales, de todas las razas y grupos étnicos y de todas las edades, ciudadanas, inmigrantes autorizadas e indocumentadas. Impresionante porque las acompañaron miles de hombres convencidos de que la desigualdad de género es una realidad que debe revertirse.

¿Quiénes son las mujeres contra Trump?

¿Quiénes son las mujeres contra Trump?

La marcha de las mujeres fue planeada originalmente como una oportuna protesta, firme y clara, contra los ataques sexistas y los comentarios denigrantes proferidos contra las mujeres por el ahora Presidente Donald Trump, quien tomaba posesión de su cargo justo un día antes, el viernes 20 de enero. Era un mensaje directo para advertirlo de que no le permitirán un insulto más, que están ahí para defender sus derechos, desde los reproductivos hasta la igualdad en ingresos. Pero los objetivos de la marcha se rebasaron y sus expectativas también. Era inevitable. Resultó una marcha contra la agenda completa del republicano en el poder. Las pancartas decían tanto “Los derechos de las Mujeres son derechos humanos inalienables”, que “Construir puentes, no muros”, “Estamos aquí para quedarnos”,    “América ( Estados Unidos) es multicolor”, “No al racismo”, “ Tu morirás de viejo, nuestros hijos por el cambio climático” “Trump = Hitler”  etc. etc.

Fue impresionante también porque se replicó en varias ciudades del mundo con el mismo doble propósito. Desde Londres, Roma, París y Berlín, hasta Tokio y Sydney, amplias concentraciones de mujeres y hombres exigieron igualdad de derechos para las mujeres, pero también respeto a las libertades civiles y a los derechos de los inmigrantes y protestaron contra las políticas de Trump.

Esto da cuenta, por un lado, de que existe un consenso mundial sobre la desigualdad que enfrentamos las mujeres hoy día. Una encuesta del Pew Research Center publicado el 19 de enero del 2017 indica que 91% de las mujeres en Estados Unidos considera la igualdad de derechos de la mujer como un tema muy importante que debe atenderse; En el caso de Canadá, el 94% coincide con lo anterior, en Europa, el 86% y en Latinoamérica el 80%.

Por otro lado, la marcha de las mujeres en Estados Unidos es un botón de muestra de la profunda división que existe en la sociedad estadounidense entre 63 millones de votantes que creen que América, -como ellos llaman a Estados Unidos-  es grande ya, por sus instituciones democráticas, por su diversidad, por su prosperidad, por tener el liderazgo del equilibrio mundial  y por preservar los valores de los Padres Fundadores, y los 60 millones que comparten la oscura visión de Trump: una América en decadencia, a la que le han robado los trabajos, la que ha pagado por la seguridad de otros, la que deben dominar los blancos y en la que  “los otros” deben ser expulsados, una América, en fin, a la que él ha sido llamado para salvar. Pese a esta división, y sin olvidar que 49% de las estadounidenses votaron por Trump, es evidente que en materia de derechos de las mujeres existe un acuerdo generalizado.

La réplica de esta marcha en otros países es también una demostración de que si bien las tendencias actuales indican que en varias partes del mundo occidental se cuestiona la globalización y se pugna por el proteccionismo, existe también una corriente importante que cree y pugna por preservar el esquema mundial que prevalece desde la Segunda Guerra Mundial,  y grita al unísono para demandar  libertad, igualdad y  justicia.

¿Quiénes son las mujeres contra Trump?

¿Quiénes son las mujeres contra Trump?

La marcha de las mujeres fue, por otra parte, una movilización alentadora, porque da cuenta de que una parte importante de las mujeres y muchos estadounidenses también, están en pie de lucha no sólo para defender los derechos de las mujeres, sino para responder contra las medidas aislacionistas – políticas y comerciales- , contra las deportaciones masivas de indocumentados, contra el racismo, la discriminación y contra todo ataque a las libertades civiles. Esta marcha, junto con la postura que han asumido las llamadas Ciudades Santuario a la par de las diversas universidades y colleges,   los más de 300 grupos defensores de los derechos humanos de los migrantes y de los derechos civiles en general, algunas empresas y también sindicatos, nos muestra que la oposición interna al nuevo presidente es fuerte y nos da  esperanza de que frenará sus desmanes. Asimismo nos alienta a establecer alianzas que permitan que nuestros connacionales sean respetados y nuestra soberanía no sea vulnerada.

Por último, se trata de una movilización que inspira, que motiva, que constituye un gran ejemplo de resistencia pacífica que debemos emular en nuestro país. Porque,  si bien en México hubo también varias marchas de mujeres en algunas ciudades, – Oaxaca, Guadalajara y la Ciudad de México-,   lo cierto es que no fueron lo suficientemente numerosas ni combativas. Digna de destacar en esas marchas fue la participación de estadounidenses que viven en nuestro país. ¡Nuestro respeto!

Aquí, las mexicanas sufrimos una situación de desigualdad crónica, grave y que tiende a incrementarse. Pero hoy, la nueva administración de Trump y sus amenazas contra México nos sitúan en una emergencia que nos obliga a priorizar nuestros esfuerzos: salvaguardar los intereses de México, defender a nuestros connacionales y afianzar nuestra endeble soberanía, al tiempo de atender las asignaturas pendientes: la corrupción, la inequidad, la impunidad, el despilfarro de los recursos públicos, el abuso de una clase política que nos ha convertido en súbditos y nos ignora como ciudadanos por haber soportado como “normal” todos sus desmanes. Aquí, es hora de alzar la voz, es hora de marchar, de movilizarnos pacíficamente, de organizar la resistencia civil y provocar los cambios que México necesita de manera impostergable.

 

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