Casi todo el mundo es nacionalista, aún de forma instintiva, y los españoles tienen  derecho de satisfacerse en sus rasgos  identitarios, aunque es tragicómico que defiendan su españolidad a sangre y fuego sin ser capaces de reconocer ni tolerar a otros nacionalismos. El problema del nacionalismo español es que no quiere que otras naciones desarrollen su identidad. Además de ser nacionalistas, son (somos) hegemonistas, eso el lo dramático de la historia de España, que no exista una arraigada costumbre democrática interiorizada en la gente y que siempre se han abordado los problemas a garrotazos. No hay una cultura de diálogo y de discusión razonable. En ese aspecto, en España  estamos como la época de las guerras de moros y cristianos.

El virus de la catalanofobia

El virus de la catalanofobia

Es sorprendente que ninguno de ellos, tan vociferantes,  quiera reconocerse como nacionalista, es más, si le haces ver a uno de ellos su nacionalismo español, reaccionan alterados y sorprendidos, como si les echaras por encima agua helada o plomo derretido.

El nacionalismo español tiene una postura rayando lo hostil hacia todo lo que no sea igual a sí mismo. Está claro que el punto en el que el nacionalismo español es más reaccionario es el idioma, por eso tanto rencor al euskera, catalán, gallego, asturiano, y fabla aragonesa. Para ellos en España solo debería existir el castellano, pero no cualquier tipo de castellano, de hecho los mismos, consideran el andaluz algo así como un castellano mal hablado, es ese etnocentrismo nauseabundo que padece el españolismo, el que les hace pensar que en Madrid no tienen acento y en los demás lugares de España sí.

Una vez más, vuelve a burbujear el nacionalismo español como irracional respuesta a la consulta de Cataluña sobre la independencia. Envolverse en la bandera y pedir que venga la legión, el ejército clon, y Chuck Norris armados hasta los dientes, como solución a una serie de problemas económicos, políticos y sociales es todo uno. Así, porque yo lo valgo, porque quieren seguir vapuleando a los catalanes a placer sin rechistar, si se revuelven son el mal. Y es que el espíritu del nacionalismo español es de complacerse en inventar enemigos ficticios, del ordeno y mando, de meterse en todo y querer controlar lo que a veces ni comprende. La actitud etnocentrista, y uniformizadora de esta gente está considerando permanentemente a la cultura catalana y el pueblo catalán como algo extranjero y ajeno a su España, pero a la vez quieren retenerlos dentro de España para seguir despachándose a gusto con ellos como válvula de escape de sus propias carencias y miserias.

No entiende que la unidad de España es un concepto que implica igualdad y la voluntad de quedarse, de cooperación, no una obligación. Contraponer un nacionalismo con otro, gritar, y agitar la bandera no lleva a ninguna parte. Los países cambian, es uno de los motores de la historia, no puede esperarse que los demás se refugien en el inmovilismo, aunque uno mismo lo haga. Si un día Catalunya logra independizarse (y si ninguna de las partes se descalabra económicamente, ya que es el verdadero miedo que hay, no importa con que argumento trate de disfrazarse), será en parte gracias al odio que le profesa el panoli nacionalismo español, ese que se tira de los pelos por los rótulos en catalán en Cataluña, pero que le parecen de perlas los rótulos exclusivamente en alemán en Mallorca o Canarias. Ese nacionalismo que desprecia y hace boicot a catalanes, siempre mirando con hostilidad, para luego vomitarles su odio una vez más. Así no me extraña que muchos catalanes se sientan excluídos, se les exige sumisión total y el nacionalismo español no hace el mínimo esfuerzo para que nadie se sienta integrado.

“No hay una cultura de diálogo y de discusión razonable.”

En cambio se les insulta a la mínima ocasión cuando no se propone hacerles la guerra indirecta a través de sus productos. Esas deben ser de las formas de integración más absurdas, querer que se queden en el estado español a base de tratarlos como un trapo, además de ser los primeros en tratarlos como no españoles, pura demencia. Así cualquiera quiere independizarse, excepto si eres un caso de masoquismo galopante. Salgamos de la trinchera ideológica–patriotera y empecemos a tratar los temas pendientes con el arma enfundada y empecemos a escuchar a otros en lugar de vociferar.

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