Algunos harían un mejor servicio a la democracia si introdujeran sus votos por vía rectal, en lugar de entregarlos a los que llevan a cabo políticas homicidas. Mucho esfuerzo invertido en hacer de nuestra existencia un puto infierno. Así son los psicópatas que están en el poder. Tienen la actitud de : “Es mi democracia, y me la follo y le doy de hostias cuando me da la gana, joder!”. Con esa aguda demencia instalada en sus mentes, es normal que vean contubernios comunistas, antiespañoles, chavista, y sicarios de Víctor Von Muerte por donde quiera que miren. Esta gente debe incluso comer sola en su casa, porque reunirse en familia para tal fin les parece una manifestación ilegal pro 15-M o el delirio que toque ese día.

Y así vamos, con esos chiflados en el gobierno, jodidos sin remedio a la vista, al menos es lo que parece. Enrabietados por todas esas cosas y muchas más, la emprendemos a hostias, dialécticas eso si, con el que tenemos al lado. Mal hecho por nuestra parte, Pero claro, sucede que además de rabia nos sobra confusión, saturados por los mensajes que inundan los medios, un maremoto de datos retocados y conceptos inventados sobre la marcha, pero que se repiten incesantemente.
Una muy curiosa y extendida, ciudadanos, algo que siempre fuimos, todos, pero para algunos ahora parece que es lo único que somos, y además el término engloba tanto a los jodidos como a los que lo jodieron todo, como si de repente todos fuéramos hermanos y hubiera que tomar de la manita a esos cabrones. Y como si la sociedad no estuviera desde hace siglos tan marcadamente fragmentada en clases, parece que quieran hacernos creer que todos somos la misma, pero no es así. Precisamente ahora es cuando la diferencia es más abismal que nunca. Somos ciudadanos, pero también otras muchas cosas que parecen no querer mencionar. Seguimos siendo clase obrera, pero esas palabras no gustan a quienes están todo el puto día con el ciudadanos, ciudadanas, y ciudadanía en la boca. Y eso que gracias a la clase obrera aún no se ha ido todo a la mierda por completo.

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El nuevo lenguaje inventado, seguramente con la mejor intención, está haciendo más mal que bien. Otras peculiares palabras que llaman la atención y generan confusión son esos conceptos inventados llamados vieja y nueva política. Suena muy bonito, pero lamentablemente no existe, lo que existe es la política, simple y llanamente, y lo que varía es la forma de percibirla y abordarla, y hay tantas formas como personas existimos en este fustigado planeta.

Jugar con el lenguaje no es malo ni está prohibido, así como inventarse palabras. Yo lo hago, a veces “astronautizo”, que es dejar la mente flotar en el espacio sideral. Lo que es perjudicial es tratar de convertir conceptos acabados de inventar en artículos de fe y silenciar otros que si existen.

En esta pasada campaña electoral no se han oído palabras como lucha de clases, que a algunos le puede sonar herética, pero que es lo que ha hecho que la sociedad avance, y especialmente a los obreros, las personas de nuestra clase, de nuestra condición social, aunque sea a un ritmo más lento de lo que quisiéramos.

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En la vida, que sólo hay una, llega un momento en el que hay que dejar de nadar entre dos aguas y definirse, orientarse para no terminar siendo víctimas propiciatorias de los homínidos como los que nos gobiernan, los que a pesar de su histérica demencia, al menos tienen claro en qué posición estar. Así como estamos, ideológicamente desorientados, sin conciencia de clase ni identidad, entramos más fácilmente en el umbral de total desamparo. Desclasados y extraviados, somos presa fácil para los tiburones en un océano de dudas.

 

 

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